En una democracia, la participación en las elecciones es un derecho fundamental. Sin embargo, no cualquier grupo puede formar un partido político. Existen requisitos legales y principios democráticos que regulan esta posibilidad. Esto incluye el respeto a los valores constitucionales y la compatibilidad con los derechos fundamentales. Este marco legal genera debates cuando las propuestas de un partido parecen contradecir los principios democráticos. Uno de los casos más polémicos es el del partido ISLAM en Bélgica.
El partido ISLAM fue fundado en 2012 por Redouane Ahrouch. Su nombre es un acrónimo de «Intégrité, Solidarité, Liberté, Authenticité, Moralité». Desde su creación, el partido ha generado controversia. Su objetivo declarado es establecer un estado islámico en Bélgica y sustituir el sistema legal actual por la sharía. Esta propuesta ha llevado a muchos a cuestionar su compatibilidad con la democracia belga.
Ahrouch no es nuevo en la vida pública. En los años 90, ayudó a fundar una de las primeras mezquitas chiítas en Bruselas. Más tarde, con la creación de ISLAM, su figura ganó notoriedad. Además, su trayectoria ha estado marcada por polémicas. En 2018, fue despedido de la empresa de transporte público de Bruselas (STIB), donde trabajaba como conductor de autobús. Ahrouch afirmó que su despido fue una represalia política. La empresa, sin embargo, negó estas acusaciones.
En 2012, ISLAM consiguió dos escaños en las elecciones locales. Uno en Anderlecht y otro en Molenbeek-Saint-Jean, dos municipios de Bruselas con alta población musulmana. Este éxito inicial generó alarma entre políticos y analistas. En 2018, sin embargo, el partido perdió toda su representación. Desde entonces, su impacto ha disminuido, aunque el debate sobre sus propuestas sigue vigente.
Las propuestas de ISLAM han sido condenadas por numerosos políticos belgas. Muchos las consideran contrarias a los valores democráticos. También se perciben como una amenaza al laicismo y los principios occidentales. Para algunos, el partido simboliza los desafíos de integrar la diversidad cultural en una democracia. Para otros, es una amenaza directa al sistema democrático.
El caso del partido ISLAM plantea una pregunta importante: ¿debe una democracia permitir partidos cuyas propuestas contradicen sus principios básicos? Bélgica enfrenta el reto de equilibrar la diversidad con la protección de sus valores fundamentales. Este debate no solo trata sobre un partido político, sino sobre los límites de la democracia misma.