Las aportaciones a la Seguridad Social varían en función del tipo de contrato y la situación laboral del trabajador. En los contratos indefinidos y temporales, el empleado aporta un 6,5% de su salario, mientras que el empleador contribuye con un porcentaje que oscila entre el 32% y el 38%. En el caso de los contratos de formación y aprendizaje, las aportaciones son cuotas fijas establecidas por la normativa. Los autónomos también cotizan a la Seguridad Social, eligiendo su base de cotización dentro de un rango que va desde un mínimo de 1.000 euros mensuales hasta un máximo de 4.070 euros al mes.
Sin embargo, una de las mayores diferencias en las cotizaciones se da según el grupo de cotización, que depende de la categoría profesional del trabajador. Existen once grupos en total, cada uno con su propia escala de aportaciones.
Los grupos van desde el 1 (Ingenieros y Licenciados, Personal de Alta Dirección), hasta los grupos del 8 al 11 (Oficiales de Primera y Segunda, Peones). Cuanto más alto es el nivel mayores son las aportaciones, tanto por salarios como por % aplicado.
En los trabajos ilegales o “en negro” no existe aportación ninguna a la Seguridad social
A partir del último informe publicado en junio de 2024 por la Tesorería General de la Seguridad Social, analizamos la contribución según la cotización del régimen general.
Según los datos más recientes, el número de cotizantes asciende a 16.961.084 personas, con una base media de cotización de 2.181 euros. Esto supone un incremento interanual del 4,20% (84 euros), impulsado principalmente por la incorporación del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) y la subida del salario mínimo interprofesional. Existen grandes diferencias en la base media de cotización según la edad. Los menores de 25 años tienen una base media de 1.168 euros, mientras que el grupo que más aporta es el de 50 a 59 años, con una media de 2.425 euros mensuales, sumando las contribuciones del trabajador y su empleador.
Por regiones el País Vasco tiene la base de cotización mas alta y la mas baja esta en Extremadura. Las tres provincias vascas son las que tienen mayor media de cotización, seguida de Madrid y Navarra. Por numero de cotizantes el ranking esta liderado por Madrid, de Barcelona, Valencia, Sevilla y Alicante. Melilla y Ceuta son los que tienen menor número de cotizantes.
Del total de cotizantes a la Seguridad Social, el 88% son españoles, mientras que el 12% restante corresponde a trabajadores extranjeros, que suman 2.046.845 afiliados. Esta cifra es significativamente inferior a la población extranjera residente en España, que asciende a 5.512.558 personas (INE, 2024). Si bien este dato incluye a menores de edad que no pueden trabajar, permite hacerse una idea de la relación entre residencia y empleo.
En cuanto a la base de cotización, los trabajadores con aportaciones más altas son los de origen italiano, portugués, argentino y rumano, mientras que las más bajas corresponden a ciudadanos chinos, colombianos y marroquíes.
Si analizamos las tres principales nacionalidades con mayor peso en la cotización y en la población extranjera, se observa que:
- Rumanos: Representan el 11% de los cotizantes extranjeros, aunque su peso en la población extranjera es del 9,5%, lo que indica una contribución significativa a la Seguridad Social.
- Marroquíes: Son el 10% de los trabajadores extranjeros, pero representan el 14,2% de la población extranjera, lo que sugiere una menor tasa de cotización en proporción a su presencia en España.
- Colombianos: Constituyen el 8,9% de la población extranjera y el 8% de los cotizantes, una proporción bastante equilibrada.
Este fenómeno se explica, en gran parte, por la distribución por género. Entre los trabajadores españoles, el 49% de los cotizantes son mujeres, mientras que en el caso de los rumanos y colombianos, la cifra es ligeramente inferior (47%). Sin embargo, entre los trabajadores marroquíes, solo el 27% de los cotizantes son mujeres.
La sostenibilidad del sistema de pensiones, basado en el principio de reparto, enfrenta un desafío importante debido a la baja natalidad en España. Aunque a menudo se plantea la inmigración como una posible solución, los datos sugieren que el actual modelo migratorio podría no ser suficiente para sostener el sistema, dado el nivel medio de cotización y el porcentaje de inmigrantes que realmente contribuyen a la Seguridad Social.
Además, es crucial analizar si el crecimiento del empleo se está produciendo en sectores de baja aportación, como la hostelería, en lugar de en aquellos con bases de cotización más altas. También es preocupante que las categorías profesionales mejor remuneradas puedan verse obligadas a emigrar, lo que reduciría aún más la base de ingresos del sistema. Otro factor clave es la gran diferencia en la cotización según la edad. Los jóvenes tienen bases de cotización muy bajas, mientras que los trabajadores mayores de 50 años, que en promedio aportan más, a menudo encuentran dificultades para reincorporarse al mercado laboral tras perder un empleo.
El futuro de las pensiones no depende solo de un aumento de la población, sino también de la creación de empleo de mayor calidad, con salarios y cotizaciones más elevadas que garanticen la viabilidad del sistema.