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La búsqueda del antídoto para los aranceles de Trump

Reino Unido ha conseguido una aminoración de los aranceles de Trump, ¿han marcado el camino?

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A principios de mes se daba a conocer que la reunión entre Donald Trump y Keir Starmer había dado a luz a un nuevo acuerdo comercial que actualizaría las condiciones de la ofensiva arancelaria desplegada por Trump para rectificar el rumbo deficitario de su país en las últimas décadas. De esta forma se anunció una relajación de los aranceles, aunque aún existe un importante número que se verán grabados con el canon del 10%, aunque este resulta mucho menor que el genérico 25% que les fueron asignados a las islas británicas en su momento.

Así mismo, el mandatario norteamericano afirmó que este solo era el principio de una larga serie de futuros acuerdos con Reino Unido. Así mismo, el acero británico también contará con menores restricciones al dirigirse hacia territorio yankee. A nivel industrial la rama automovilística será la más beneficiada en este intercambio.

Pero si levantamos la lupa y la apartamos de nuestra visión, podemos apreciar así como se va vislumbrando con mayor claridad la estrategia que escondía el rocambolesco anuncio de Trump de sancionar a troche y moche a medio globo. Como buen agente negociador, el republicano lo que buscaba era fijar el mismo los términos del acuerdo, apuntando al alza sus reclamaciones, para que la contraparte afectada se sentase a negociar y diese por bueno cualquier rebaja de las condiciones previas -repetimos, deliberadamente infladas-. El único contratiempo que pudiese surgir sería lo de aquellos actores que se sintiesen con la suficientemente fuerza como para negarse a sentarse a negociar con las condiciones pre- establecidas. Pero por mucho que se cacaree la decadencia de la hegemonía estadounidense son muy pocos los actores que podrían arriesgarse a tomar tal decisión.

Así mismo, hace escasos días asistimos a una reunión a 3 en la que se dejaron ver Giorgia Meloni, JD Vance y Von der Leyen. Resulta curioso como en esta reunión preliminar para limar esperezas entre la Unión Europea y USA, el presente era el vicepresidente, mientras el hombre al mando se paseaba por las arenas del desierto de la mano de los amantes de la micción de dromedario. De esta forma podemos vislumbrar cuales serán los futuros movimientos en la relación económica de Estados Unidos con la Unión Europa, aunque a diferencia que con Reino Unido, la difícil mediación con respecto a la situación en Ucrania añade grados de dificultad al asunto. Si bien no resultaría descabellado la firma de un acuerdo comercial en el que se relajasen los aranceles americanos en relación a cierta apertura a productos americanos, sumado a una cuantiosa inversión en la industria armamentística yankee, a esto se debería sumar la cesión en la insistencia por parte de la Unión Europea de su insistencia en defender objetivos geopolíticos que fueron una instigación norteamericana pero que ahora ya no son seguidos por estos. En este sentido cobra importancia la figura de Meloni, que haciendo un ejercicio de malabarismo se ha implicado fuertemente en la defensa de la OTAN, pero al mismo tiempo parece intransigente a la hora de mandar tropas europeas a Ucrania.

Y el otro gran actor que se podría anteponer a Trump sería la consabida China. Si bien desde el anuncio de la escala de aranceles recíprocos, llegado por momentos a aproximarse al índice de 200, hemos visto una cierta desescalada. Y es que los negocios mandan, y las economías estadounidenses y china están aún fuertemente imbricadas. Si bien se suele decir que China es la fábrica en la que se plasma la innovación de USA, precisamente sin esa innovación la elaboración mecánica tampoco sirve de mucho. De esta forma podemos prever que los aranceles con respecto a los chinos se aminoren, sin embargo no llegarán a reducirse totalmente, lo que al igual que una cuña en una superficie blanda, por su propio peso se irá abriendo una brecha de mayores dimensiones, y es aquí donde reside la posibilidad, aún muy remota, de una separación económica irreconciliable, que al mismo tiempo haría tanto factible como económicamente rentable un enfrentamiento bélico directo.

 

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