22 de agosto de 2025

Los mayores son los mas afectados...

Meloni paga sus vacaciones. Sánchez nos pasa la factura.

Meloni paga sus vacaciones. Sánchez nos pasa la factura.
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Mientras en España y otros países del sur de Europa los veranos de la clase política se convierten en escaparates de privilegios, gastos públicos y despliegues de seguridad desmedidos, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha optado por un camino radicalmente distinto: unas vacaciones privadas, discretas y pagadas de su propio bolsillo.

Meloni ha vuelto a elegir Apulia como destino, en una villa privada del valle de Itria, lejos de las cámaras y del boato oficial. No hay residencias estatales, ni hoteles de lujo costeados por el contribuyente, ni notas de prensa diseñadas para alimentar el culto a la personalidad. Hay simplemente una líder política que, guste más o menos, envía un mensaje claro: su descanso no debe ser una carga para los italianos.

El gesto contrasta poderosamente con lo que ocurre en España. Mientras la polémica rodea las vacaciones de Pedro Sánchez y su entorno, acompañadas de despliegues policiales, privilegios y sombras sobre quién paga qué, Italia ve a su primera ministra retirarse con perfil bajo y con la cartera propia. La comparación es inevitable y, para muchos ciudadanos, dolorosa.

Este estilo de liderazgo conecta con una estrategia política que Meloni cultiva desde sus inicios: la austeridad simbólica. Puede ser marketing o convicción, pero funciona. Su mensaje se traduce en un contraste entre los sacrificios que se piden a los ciudadanos y el ejemplo que ofrece quien manda.

En un Mediterráneo donde la política parece asociarse cada verano con el lujo a costa del erario, Meloni ha entendido la fuerza de la sobriedad. Y lo ha hecho en un momento en el que la desafección hacia la clase política en Europa alcanza cotas preocupantes.

Quizás no baste con pagar las vacaciones de tu bolsillo para gobernar bien. Pero sin duda ayuda a proyectar un liderazgo más cercano y menos cínico. Un liderazgo que, en contraste con lo que vemos en España, deja en evidencia la distancia entre discurso y práctica en nuestra clase dirigente.