Presuntos subsidios, competencia desleal, cambio en las directrices europeas… Estos son algunos de los motivos que explican el último movimiento del país asiatico sobre el mercado europeo. El pasado 17 de abril se conoció que el Ministerio de Comercio Chino ha abierto una investigación por competencia desleal contra algunas importaciones de carne de cerdo y derivados procedentes de la Unión Europea (UE). España podría ser el principal afectado ya que es el principal exportador de la eurozona. El sector del cerdo es especialmente importante en Extremadura, que concentra más del 40% de cabezas de cerdo ibérico a nivel nacional. La investigación se da en respuesta a los nuevos aranceles recientemente promulgados desde la comisión contra los vehículos eléctricos chinos acusados de competencia desleal. El nuevo tipo impositivo, será del 38% y entrará en vigor a partir del próximo 4 de julio
Por este motivo, desde China se ha movido ficha inmediatamente contra la misma estrategia utilizada por Europa. Las acusaciones de dumping implican la revisión de una serie de productos que serán investigados. Entre ellos, se incluyen los destinados al consumo humano, como la carne de cerdo fresca, fría y congelada; despojos de cerdo; grasa de cerdo sin carne magra; así como intestinos, vejigas y estómagos.
Se prevé que las investigaciones se prolonguen durante un año con posible prórroga de seis meses opcionales en caso de que se produzcan «circunstancias especiales» que justifiquen dicha ampliación. La petición fue presentada el 6 de junio por la Asociación China de Agricultura Animal (CAAA), principal responsable de que en los próximos días se lleve a cabo un análisis sobre las importaciones de productos cárnicos de cerdo y su impacto sobre el mercado chino desde 2020 hasta 2023. Este mercado absorbe la compra del 60% de la carne de cerdo del mundo entero. Las cifras oficiales señalan que se consumen 700 millones de cerdos cada año. Esto supone más de la mitad de la producción de porcino del planeta, sin ir más lejos, contando únicamente con la ciudad de Pekín, durante el último año se compró dicha carne, incluidos despojos, por valor de 6000 millones de dólares.
Desde la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (ASICI), representada en su mayoría por ganaderos e industriales del cerdo Ibérico, se ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad ante la situación. Su presidente, Raúl García, ha mostrado en unas declaraciones a elEconomista.es, que, hasta el momento, el Jamón Ibérico sigue contando con «inmunidad diplomática» al conformar la gran parte de las exportaciones a China. Al menos por ahora, lo que se está investigando son carnes tanto frescas como congeladas y despojos. Por ello en teoría, las exportaciones de jamón ibérico no deberían verse amenazadas a corto plazo.
Aunque no por ello, se intenta desvíar el foco a lo que podría suceder durante las próximas semanas. En palabras del señor García: «es pronto para valorar qué puede suceder cuando aún no sabemos en qué quedará la investigación. Por ahora, desde el sector cárnico ofrecemos la máxima colaboración y transparencia para aportar cuantos datos necesiten, confiando en que el sector porcino sufra el menor daño posible».
El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha reaccionado al comunicado del gobierno de China pidiendo que «haya margen para el entendimiento», creyendo que aún es demasiado pronto como para sacar conclusiones definitivas, dado que aún no se han podido establecer negociaciones con Pekín. En todo caso, ha recordado que, aunque el mercado chino es sumamente importante, las exportaciones de porcino a ese país muestran una tendencia a la baja.
La delegación diplomática española en China ha mostrado su preocupación con respecto a esta medida, tal y como reivindican fuentes consulares al diario El Mundo: «Apuntar a la carne de cerdo es ir directamente a hacer daño a las empresas españolas. España fue uno de los países que más apoyó la investigación de las subvenciones a los coches eléctricos chinos que ha terminado con la subida de aranceles. Eso no sentó nada bien a las autoridades chinas a pesar de que las relaciones bilaterales que mantenemos son fantásticas».
En la misma línea se mueve el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) Luis de Guindos, manifestando que una guerra comercial supone una fragmentación por el hecho de que, cuando un país sube un arancel, el otro «no se va a quedar quieto y siempre se produce una medida de respuesta».