26 de julio de 2025

El borrado simbólico de España: ¿una retomada jacobina?

El borrado simbólico de España ¿una retomada jacobina
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Una noticia reciente reveló la intención del Gobierno de suprimir la corona real del logotipo de la Biblioteca Nacional, una institución fundada personalmente por Felipe V, símbolo eterno de la monarquía constitucional española (El Debate). Además, organismos como la AEMET o la Agencia Antidopaje han eliminado los colores de la bandera y elementos tradicionales de sus logos oficiales (El Debate).

¿Por qué importa esto?

Las marcas oficiales del Estado no son meros adornos: son símbolos que conectan institucionalmente al ciudadano con la historia compartida. Retirarlos equivale a desdibujar un relato —la historia de España— y sustituirlo por uno neutro, sin referencia, sin memoria.


Paradojas jacobinas: reconstruir el alma nacional

La comparación con el jacobinismo de Robespierre puede parecer exagerada, pero guarda un patrón inquietante:

  • Durante la Revolución Francesa, los jacobinos no se limitaron a reconfigurar el sistema político: emprendieron una descristianización total, desmantelando iglesias, cambiando el calendario y transformando símbolos culturales. La Catedral de Notre‑Dame fue convertida en un Templo de la Razón, mientras los monumentos del pasado eran destruidos o repurposeados (El Debate).
  • Lo hicieron bajo la premisa de enaltecer la razón, la virtud y la república, pero también para eliminar cualquier vestigio del antiguo régimen que conectara emocionalmente a la población con su historia y sus símbolos.

Hoy, el borrado progresivo de los escudos, la corona y los colores nacionales recuerda esa lógica: un intento de rehacer no solo la política, sino también el “alma” del país, con un Estado que se presenta despojado de su simbología histórica.


Riesgos de esta deriva simbólica

  1. Desarraigo cultural: Al eliminar referencias históricas, se debilita el sentido de continuidad, pertenencia y solidaridad entre generaciones.
  2. Fragmentación del relato nacional: Si cada ministerio asume una identidad visual neutra, desaparece un hilo común que cohesiona al Estado.
  3. Instrumentalización ideológica del patrimonio: Convertir símbolos reconocibles en tabú político es una forma moderna del puritanismo revolucionario.

Conclusión: preservemos nuestra identidad

Retirar simbolismo nacional no cosifica nuestra historia, sino que nos despoja. El jacobinismo de Robespierre intentó reforzar una nueva república borrando el pasado; hoy el borrado se hace sutil, institucional —pero con la misma lógica.

Defender el escudo de España, la corona institucional, los colores de la bandera y los logotipos con historia no es conservadurismo: es reclamar que el Estado mantenga su memoria y su legitimidad simbólica.

Es hora de exigir símbolos que respeten el pasado mientras construyen el futuro. La historia y la nación no se rehacen borrando huellas, sino transmitiendo continuidad, identidad y sentido.