El pasado 20 de diciembre, el periĆ³dico El Mundo publicaba una entrevista al dĆŗo musical Estopa. En ella, los hermanos MuƱoz hablaban de forma distendida sobre cĆ³mo abordaban el 25 aniversario de su carrera musical, poniendo Ć©nfasis en su vida personal y cuĆ”l habĆa sido el verdadero impacto en Ć©sta de su Ć©xito.
Si por algo se caracterizan David y JosĆ© MuƱoz, aparte de por el Ć©xito de sus discos, es por la sencillez en su estilo de vida de la que siempre han hecho gala. Crecidos en el corazĆ³n del barrio de San Ildefonso de CornellĆ , un barrio eminentemente obrero, los Estopa nunca han perdido su esencia. Su discografĆa estĆ” cargada de calle, con el sello de largas horas tocando la guitarra en los bancos del parque y con la impronta de su paso por la fĆ”brica Seat. Siempre que han tenido ocasiĆ³n han sacado a pasear un discurso de clase que nunca han pretendido esconder y del que ademĆ”s se sienten muy orgullosos e insisten en no querer perderlo jamĆ”s.
En esta ocasiĆ³n, y por lo que han dado ya algĆŗn titular que estĆ” recorriendo las redes sociales, serĆan interpelados sobre cĆ³mo se mantiene dicha consciencia de clase estando forrados, a lo que el mayor de los hermanos, David, contestarĆa: Ā«Eso tambiĆ©n es pertenencia. Hay gente que tiene sentimiento de pertenencia hacia un paĆs, yo no. Ni CataluƱa ni EspaƱa me ponen la carne de gallina. Me pone la carne de gallina la gente de mi barrio, eso sĆ. Me siento parte de una comunidad de gente del pueblo. No me pone el pueblo en sĆ, sino ser parte de Ć©lĀ».
Antes de nada, me gustarĆa dejar clara una cosa: David MuƱoz, como cualquier persona, es completamente libre de sentir emociones o no sobre cualquier cuestiĆ³n, ya que el sentimiento patriĆ³tico es algo que en todo caso debe nacer y no una imposiciĆ³n individual. Y quienes disfrutamos con la rumba elĆ©ctrica de los Estopa vamos a querer igual al bueno de David se sienta como se sienta, y seguiremos valorando con gran satisfacciĆ³n su defensa de la clase trabajadora. Pero procede indicar, a tenor de la reacciĆ³n entusiasta por parte de muchas personas de la izquierda progresista que aplauden dicho extracto como si estuviese cargado de valores revolucionarios de per se, que la clase trabajadora tambiĆ©n tiene sentimiento patriĆ³tico, y que en los barrios obreros tambiĆ©n hay patria. Un servidor, criado en el extrarradio de una ciudad del Baix Llobregat, recuerda de su barrio que los mayores estruendos que se han escuchado allĆ han sido los petardos de Sant Joan y el estallido colectivo de jĆŗbilo por el cĆ©lebre gol de Iniesta en la final del Mundial de 2010.
Por supuesto, patriotismo āno confundir con nacionalismoā y clase son dos conceptos que deben ser defendidos por cualquier persona o proyecto que se fije como objetivo la transformaciĆ³n de la sociedad en un sentido de clase y de progreso. La clase trabajadora es quien con su esfuerzo levanta el paĆs, y no hay nada mĆ”s patriĆ³tico que su emancipaciĆ³n. Fuera de eso, Ćŗnicamente aguarda el desarraigo y la descomposiciĆ³n social, caldo de cultivo que no sĆ³lo aleja a la clase trabajadora de cualquier cuestiĆ³n emancipatoria sino que abre la puerta a la invasiĆ³n de la cultura norteamericana y del individualismo mĆ”s atroz. Urge ligar el patriotismo al movimiento obrero y superar la falsa visiĆ³n de que la clase trabajadora no tiene patria. Falsa visiĆ³n defendida por la izquierda posmoderna y de la que disfruta la derecha cavernosa de nuestro paĆs, la cual obtiene rĆ©dito directo de ello. De todos ellos es necesario desligar el patriotismo, el cual ha de presentar una propuesta de futuro, de progreso y profundamente antioligĆ”rquico que nos permita construir un nuevo paĆs por y para los trabajadores.