El Cónclave ha elegido a Robert Francis Prevost como nuevo Papa, con el nombre de León XIV. Aprovechando este evento de suma importancia es necesario explicar el origen de la primacía del papado en la Iglesia Católica, y cómo se elige al nuevo Papa.
Empezaremos por explicar brevemente lo segundo. Al morir o renunciar el Papa, se reúne un Cónclave compuesto por 120 cardenales menores de 80 años. La razón de la limitación de la edad se encuentra en que el nuevo Papa debe afrontar un mandato lo suficientemente largo para que sea efectivo. Si se eligiese a una persona de 90 años, sería más probable que durase poco en el cargo.
La votación se lleva a cabo en secreto dentro de la Capilla Sixtina en el Vaticano. Los cardenales escriben su voto a mano en un papel. Al menos dos terceras partes son necesarias para elegir un nuevo Papa. Durante el periodo de reunión del Cónclave se vota cuatro veces al día, dos por la mañana y dos por la tarde. Después los papeles con los votos son quemados. La fumata negra señala a los fieles que aún no se ha elegido un sucesor, en cambio la blanca indica que un nuevo pontífice ha sido elegido. Este periodo que va de la muerte o renuncia del pontífice se llama Sede Vacante, y se hace cargo de la administración de la Iglesia el cardenal Camarlengo.
Este Colegio Cardenalicio se formó en el año 1150, y son los electores del papa desde el año 1059. Se creó para formalizar el sistema electoral de los pontífices y así evitar elecciones controvertidas. Desde entonces dejaron de intervenir la nobleza romana, el bajo clero o los emperadores, con mayor o menor éxito.
La tradición sitúa el origen del papado en el apóstol San Pedro, que llegó a Roma al igual que San Pablo de Tarso en la segunda mitad del siglo I. La formación de una jerarquía eclesiástica no nació en tiempos del apóstol, si no en la segunda mitad del siglo II. Las comunidades dejaron de estar regidas por consejos de ancianos notables a estarlo por obispos, lo que se ha denominado una estructura monárquica.
La formación de una jerarquía cohesionada fue una de las razones del éxito del cristianismo. Hay varios factores que explican porque el Obispo de Roma acabó siendo la cabeza de la Iglesia católica. Para empezar estaba en la capital imperial, y contaba con la tradición que remontaba el obispado a San Pedro, quien se tenía por sucesor de Jesucristo como cabeza de la Iglesia. Esto se constata en el Nuevo Testamento: Mt 16,17-19.
En origen el término latino de papa era utilizado por numerosos eclesiásticos. No es hasta el siglo VI cuando el título lo reclamó el Obispo de Roma, situándose por encima de los demás obispos. Esto sucedió durante el mandato de Gregorio I, cuando la ciudad estaba en manos del Imperio Romano de Oriente. Gregorio I impulsó la evangelización en la Europa occidental, ganando prestigio ante la cristiandad.
Roma por su importancia se erigió como uno de los cinco centros más importantes de la cristiandad, junto con Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría. Estas tres últimas ciudades cayeron ante el poder islámico. Este acontecimiento unido a la pugna política entre el imperio de Carlomagno, coronado emperador en el año 800 por el Papa de Roma, y el Imperio Romano de Oriente hizo cristalizar la primacía papal. A esto se sumaría el cisma con la Iglesia Oriental en el año 1054, debido más a razones políticas que doctrinales.
Es por todas estas razones por las que el Obispo de Roma, Papa desde el siglo VI es la cabeza de la Iglesia Católica.