Es la película de moda. La que inunda las redes sociales de comentarios y memes. De la que habla todo el mundo y es raro que nadie nos haya preguntado si la hemos visto y qué nos parece. Nos referimos a la laureada La sociedad de la nieve, dirigida por el director Juan Antonio Bayona basándose en la obra del mismo nombre de Pablo Vierci y que fue estrenada en España a finales de 2023 y en la plataforma Netflix a principios del presente año.
Por si alguien no sabe todavía de qué trata la película, La sociedad de la nieve narra la experiencia de supervivencia extrema vivida a finales de 1972 por los pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, el cual transportaba al equipo de rugby Old Christians de Montevideo junto algunos amigos y familiares a la ciudad de Santiago de Chile, donde tenían previsto disputar un partido contra el Old Boys Club. Debido a las deficientes condiciones climatológicas y lo que oficialmente fue considerado errores de navegación por parte de los pilotos, el avión se estrelló contra una cresta de montaña en en una zona remota de la cordillera de Los Andes, partiéndose en dos y muriendo una parte del pasaje al caer con la cola. La parte delantera aterrizó sobre un glaciar en un lugar conocido como el Valle de las Lágrimas, a unos 3570 metros de altitud, muriendo en el acto el piloto y quedando herido de gravedad el copiloto entre otros muchos heridos y fallecidos.
Sin entrar en más detalles que destripen los entresijos de la narración —aunque muchos de los detalles son mundialmente conocidos— , lo que se nos muestra a continuación es el día a día de los supervivientes en condiciones climatológicas extremas, teniendo que improvisar defensas ante las temperaturas gélidas en uno de los años de mayor precipitación en forma de nieve de la cordillera, perdiendo a compañeros a medida que pasaban los días y comprobando con horror a través de la radio cómo las autoridades daban por concluidas las labores de rescate a los pocos días dando por hecho que no había nada que hacer. Finalmente, una expedición formada por Nando Parrado y Roberto Canessa logró la gesta heroica de cruzar las montañas cubiertas de nieve durante varios días hasta dar con un río, al otro lado del cual divisaron unos arrieros chilenos a quienes pudieron pedir socorro y fueron llevados ante las autoridades, pudiendo así organizar el rescate en helicóptero de aquellos que seguían con vida en lo alto de las montañas. Quienes lograron ser rescatados, sobrevivieron allí la friolera de 72 días.
La célebre tragedia de Los Andes fue mundialmente conocida no sólo por el hecho de la proeza de Parrado y Canessa, quienes atravesaron montañas heladas durante varios días al límite de sus posibilidades, sino también porque poco después del rescate, tras unos iniciales intentos de esquivar el tema, los supervivientes reconocieron en una conferencia de prensa en Montevideo ante la opinión pública que se vieron obligados a consumir la carne de sus compañeros fallecidos para poder sobrevivir. Con esta traumática revelación se desató una polémica hasta que el mundo asumió la inevitabilidad de la decisión tomada por los accidentados, para lo cual fue clave la comprensión de los familiares fallecidos, y convirtiéndose así en uno de los puntos fuertes de una historia que se convirtió en leyenda.
La sociedad de la nieve no es la primera cinta que narra el suceso del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya. En 1976, cuatro años después de la tragedia, se estrenó la película Supervivientes de Los Andes, y en 1993 la norteamericana ¡Viven!, de Frank Marshall y basada en el libro homónimo de Paul Read, la cual ha sido la más conocida de ellas. Si bien la película de Marshall presenta una adaptación muy bien lograda desde el punto de vista meramente cinematográfico —iniciándose la acción ya en pleno vuelo y manteniendo un buen ritmo— , la versión de Bayona ha querido ir un paso más allá y ha querido mostrar un lado más profundo y fidedigno de la historia, dedicando una buena parte a los días previos de preparación del vuelo y permitiendo conocer un poco más a los protagonistas en su contexto habitual y mostrando de pasada el clima político-social del país y de la región en la época, con la presencia de manifestaciones en las calles. La historia que vemos en esta versión es quizá más fiel al suceso que la de 1993, y en este caso se ha apostado por actores latinoamericanos que permiten dar un punto de realismo más certero. La narración tiene una marcha más pausada, con un toque poético, de la mano de un reflexivo Enzo Vogrincic en el papel de Numa Turcatti. En definitiva, tenemos una misma historia contada de forma distinta, con sus puntos fuertes y sus desventajas —en mi opinión, el ritmo—, pero que en definitivas cuentas ha gustado a la opinión pública. Tanto, que ha sido premiada en certámenes como el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, entre otros, y nominada para un buen número de otros premios, bastante de los cuales están pendientes de resolución.
No obstante, como suele ser habitual, una parte de la crítica se ha decantado por desviarse del ámbito cinematográfico para centrarse en lo que consideran lo verdaderamente importante: la escasez de representación femenina en el reparto. Quizá por desconocimiento o quizá por alguna extraña fascinación por el canibalismo de género, lo cierto es que este tipo de críticas son difícilmente comprensibles partiendo de la base de que se trata de una adaptación de un libro que a su vez relata un caso real, y que por lo tanto se espera que represente los hechos tal y como fueron, y no según las fantasías ideológicas del feminismo posmoderno. Siguiendo el mismo criterio delirante, no ha faltado alguna opinión en redes echando el falta también el “punto de vista vegano» o que no haya gays. Y es que Netflix nos ha acostumbrado en los últimos años a una incesante lluvia de diversidades en sus trabajos que no es que simplemente haga dudar a algunos sobre la realidad del presente, sino incluso también de cómo se debe proyectar el pasado. Esperemos que estos mismos criterios no vayan a influir al Ministerio de Cultura en su anunciada revisión de los museos de historia.
En definitiva, La sociedad de la nieve es una buena película que narra una historia fascinante, la cual podemos disfrutar si buscamos un mero entretenimiento con su correspondiente toque emocional y queremos dejar para otro día algo más político o social. Pero para aquellos amantes del cine con mayor ritmo o nostálgicos de ¡Viven!, difícilmente cubrirá las expectativas.