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Carmen López
Carmen López

Mientras el país se moviliza en contra de la amnistía, la izquierda madrileña busca refugio mediático en las protestas contra la modificación, y no la derogación, como intentan colarnos algunos, de la Ley de Protección integral contra la LGTBIfobia y la Discriminación por razón de Orientación e Identidad sexual en la Comunidad de Madrid (la Ley Trans madrileña)

Aplaudir la valentía de Isabel Ayuso suscita la pregunta clave: ¿por qué el Partido Popular no mostró la misma iniciativa durante las tensiones de febrero? La presidenta sabe que realizar movimientos políticos polémicos cuando la oposición está generando tanta crispación puede ser una estrategia electoral inteligente, pero no podemos pasar por alto que, en última instancia, esto no deja de ser simplemente un ejercicio de marketing electoral al igual que lo fue la modificación de la reforma laboral de Yolanda Díaz. La señora Ayuso lleva desde 2021 gobernando la Comunidad con su particular Ley Trans en activo.

A pesar de los lemas que proclaman a Madrid como la tumba del fascismo, la reciente reforma legislativa en realidad parece ser más bien una modificación tibia que todavía conserva las partes más esenciales. Entre ellas, la continuación del uso de bloqueadores hormonales en menores de edad, una práctica ilegal en algunos países, y la persistencia del concepto de identidad de género en toda la legislación, como si el género fuese una identidad de libre elección y no una expresión del sexo.

Resulta esencial entender la retórica en torno a la reforma, ya que la afirmación de que deroga la prohibición de terapias de conversión para personas LGTBI ha sido repetida incansablemente por todos los activistas queers. ¿Es eso realmente cierto?

¿Será la Madrid de Ayuso la tumba de la Ley Trans?
Manifestación en Madrid contra la derogación de la Ley Trans autonómica. Foto: X (antes Twitter)

La versión anterior establece de manera enfática: «Queda prohibido el uso de terapias aversivas o cualquier otro procedimiento que tenga como propósito la conversión, anulación o supresión de la orientación sexual o de la identidad de género autopercibida». En contraste, la nueva formulación expresa: «Se prohíbe el uso de terapias aversivas o cualquier otro procedimiento dirigido a la conversión, anulación o supresión de la orientación sexual». Esta modificación destaca la eliminación específica de la referencia a la identidad de género, ya que el lobby LGTBI ha insistido en clasificar la asistencia psicológica previa a los procedimientos clínicos como una forma de terapia de conversión.

Estas protestas del lobby trans pueden comprenderse en medio de una serie de reformas significativas, entre las cuales destaca la eliminación del Consejo LGTB, el órgano político de todos sus chiringuitos. La supuesta preocupación expresada por el lobby trans sobre la discriminación en las escuelas podría, en realidad, ocultar una inquietud más profunda: el temor a que se cierre el grifo.

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