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Trans buenos y trans malos ante el dilema de Saturno

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Hace algunos días veía por primera vez a Juanjo, presidenta de la asociación Trans no normativos (TNN), entrevistada por el periodista Marcos Ondarra para The Objective. Su camisa negra estampada, muy llamativa, sumada a su natural constitución física, la barba y la alopecia, le otorgaba un cierto parecido con José Corbacho. Calmada en el hablar, seria, precisa. Estaba claro que se trataba de una mujer de armas tomar, de esas de las que ya no quedan. De las que no se dejan pisar. De las que luchan. Y así lo dejaba claro durante la media hora de entrevista.

El asunto empieza fuerte. A Juanjo se ve que no le gusta perder el tiempo, y va directa al tuétano. Al meollo. A la enjundia. Resulta que Juanjo, que se ve que es de Valladolid, lo cual siempre suma puntos, se dirigió, contenta e ilusionada al registro civil sito en dicha ciudad, para llevar al cabo su deseada rectificación registral de la mención relativa al sexo, que así lo llama el BOE, proceso que como todos sabemos es de importancia capital, resultando muy traumático de no producirse, arrastrando consigo consecuencias nefastas para la libertad individual, la felicidad e incluso, por qué no, los derechos humanos. Los derechos humanos siempre andan por ahí, al acecho. Agazapados.

En el registro le recibió una persona chapada a la antigua, de esas que piensan en vez de sentir. U obedecer. En el año 2024. ¡En pleno siglo XXI! Intolerable. ¿Dónde vamos a ir a parar? Le formuló todo tipo de preguntas: su orientación sexual, sus hábitos, el origen de su sentimiento de pertenencia al sexo contrario, por su pareja, por su trabajo… Ciertamente, un abuso, pues según la ley 4/2023, de 28 de febrero, artículo 44, párrafo tercero: “El ejercicio del derecho a la rectificación registral de la mención relativa al sexo en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico relativo a la disconformidad con el sexo mencionado en la inscripción de nacimiento, ni a la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole”; lo que en román paladino viene a significar que si uno quiere cambiarse de sexo lo que debe hacer es expresar su voluntad, y que nadie puede siquiera cuestionar esa voluntad, ni en ningún caso el interesado debe llevar a cabo ningún tipo de modificación en sus hábitos a su apariencia. Diré más, según el artículo 79 de dicha ley, la persona que atendió a Juanjo estaría incurriendo en una infracción, que podría ir acompañada, como no podría ser de otra manera, de su correspondiente sanción. En fin, un jaleo. Aunque Juanjo hizo honor a su apariencia de mujer razonable y al parecer no quiso que la sangre llegase al río. Y como toda historia tiene su lado bueno, o al menos eso suelen contarnos, esta no iba a ser la excepción. De esta mala experiencia surgió TNN, con el objetivo de asesorar, orientar e, incluso, defender a todas aquellas mujeres trans que no por no adecuarse a los estereotipos de género, ni a los estereotipos biológicos, van a ser menos mujeres que las otras. Faltaría más.

Como bien explica Juanjo en la entrevista, el Ministerio de Igualdad ha provocado un cambio en el paradigma ante la interpretación del sexo. Antiguamente, en los malos tiempos en los que la razón se imponía sobre los sentimientos, el sexo era una cosa biológica, complicada, que muy pocos llegaban a comprender verdaderamente. El médico adjudicaba un sexo al nacer, usando criterios escogidos completamente al azar, y te enviaba al mundo. Puf. De una patada. Y claro, habrá quienes coincidan con ese sexo asignado al nacer y habrá quienes no. Afortunadamente, eso se acabó; todo gracias a la bondad de nuestra clase política, siempre preocupada por los verdaderos problemas de la sociedad. Ahora el sexo es algo subjetivo, fluido, dinámico. Un concepto que depende de la propia autopercepción de cada individuo, y que en ningún caso puede ser fiscalizada de manera externa. Dejamos atrás un pasado de opresión biologicista y abrazamos un futuro prometedor, como narraba la voz en off de Trainspotting. ¡Bravo!

Pero no se emocione, querido lector, que aquí no termina la cosa. En este mundo nuestro, tan humano a veces, nada es perfecto, y a cada rueda le surge su abrojo. En este caso dos, por si uno no fuera necesario. De un lado, cuenta Juanjo, están las radfem, adalides del feminismo clásico, que dicen que un hombre biológico se puede sentir lo que quiera, pero mujer no va a ser en la vida. Menudas dogmáticas. Del otro lado, las feministas queer, algo más sorprendente, ya que, pese a que en teoría deberían posicionarse del lado de mujeres como Juanjo, no lo hacen. Alegan que, pese a que la condición de mujer no es algo inherente a la naturaleza del individuo, sino que es algo que se desarrolla durante la vida, y puede incluso verse alterado, o fluctuar, o adquirir cientos de tipos de variaciones o estados intermedios, debe ir siempre acompañado de estereotipos de género propios de mujer. Pero ¿qué diantres es eso? se estará preguntando ahora mi querido lector. Estos estereotipos son roles, gustos, inclinaciones que tradicionalmente eran estadísticamente más abundantes en mujeres, como, por ejemplo, tener el pelo largo, maquillarse, llevar vestido, fregar los platos u operarse las tetas. Y esto lleva a un binarismo asfixiante, defiende Juanjo, con más razón que una santa. Tal vez de ahí el crecimiento exponencial de la asociación TNN, que se ha visto desbordada a base de solicitudes de otras mujeres valientes y sufridoras.

Resuena la expresión fraude de ley, con su eco viscoso de transfobia. Ni Juanjo, una mujer lúcida donde las haya, no el arriba firmante, comprendemos cómo puede darse fraude de ley en una disposición legal que se basa en la propia autodeterminación del sexo, y en la que nadie externo puede ratificar o desmentir mediante examen o juicio de ninguna clase si ese sentimiento es o no verdadero. En lo que a mí respecta, si una persona se siente mujer hasta el punto de ser capaz de cambiar su sexo registral para ser mujer a todos los efectos, con lo que eso conlleva, es que debe ser cierto. Juanjo, y las mujeres como ella, se van a enfrentar a una vida más dura a partir de ahora. Mayor sufrimiento y discriminación, más horas de trabajo doméstico no remunerado, la enorme probabilidad de ser asesinada cualquier día de esos, por no hablar de que se puede ir despidiendo de ser ingeniera de camino o CEO de una empresa del Ibex. Se me hace complicado pensar que cualquier persona que se someta a tal opresión de manera voluntaria lo haga sin estar convencida.

El colectivo TNN pretende erradicar las conductas tránsfobas, machistas y, por qué no, fascistas, empezando desde dentro, como toda buena organización o movimiento debería comenzar. Para dar ejemplo. Con dos cojones, nunca mejor dicho, y discúlpeme el lector este lenguaje tan grosero, pero la ocasión así lo requería. De este modo, la asociación TNN pide que la Fiscalía actúe contra la Federación Estatal LGTBI+ (FELGTBI+) por transfobia, noticia de la que se hacía eco el diario The Objective el pasado doce de marzo, por diversos comentarios que esta asociación pro-derechos LGTBQ+ habría vertido sobre las redes sociales. Yo tiendo a aplicar el principio de buena voluntad y, además, soy proclive a pensar bien de la gente, a ver más lo positivo que lo negativo, por lo que imagino que ha de tratarse de un error, o un hackeo de la cuenta, porque es que, si les digo la verdad, no me cabe en la cabeza cómo ha podido suceder. Es decir, se me hace difícil entender cómo una asociación como FELGTBI+, que cuenta con muchos militantes e, incluso, altos cargos, que son trans no binarios, igualitos que los que conforman TNN, se ha dedicado en los últimos días a hacer comentarios tránsfobos. Y lo mismo ha sucedido con otras activistas trans, y personajes visibles de redes sociales. En fin. Espero que el tema se aclare y se resuelva lo antes posible, porque situaciones como esta lo que hacen es poner de manifiesto las contradicciones que enfrenta el movimiento trans, el que parece contar con ciertos trans que son buenos o asumibles por el movimiento, precisamente por responder a roles de género anticuados y obsoletos, como que las mujeres han de llevar vestido y el pelo largo en lugar de pantalones vaqueros y barba, junto a trans malos o reprobables, esos que no se alinean con la izquierda caviar, ni te compran el pack ideológico. Cuando, sepa el lector que, con la ley en la mano, todos son iguales. Y ante la ley, no sirve patalear ni hacer pucheros.

Desde aquí, desde este pequeño espacio, no sólo quiero pedir respeto hacia la labor de TNN, sino unidad. TNN debería tener todo el apoyo de nuestra sociedad; no sólo el de los colectivos queer, por tratarse precisamente de mujeres trans no normativas, en su mayoría, sino también del feminismo radical. Porque Juanjo, escudada en TNN, pretende hacer realidad los sueños húmedos del feminismo más desnortado de nuestro país: acabar con el patriarcado. Y no lo va a hacer con educación, talleres y programas de deconstrucción masculina. No. Eso es largo, tedioso e ineficiente. Hay mucho machito en España. Mucho pollavieja. Lo va a hacer, cual moderna Doña Quijota, acabando con los hombres. Erradicándonos a todos, como bien dijo en la entrevista concedida hace unos días a The Objective: “Vamos a acabar con el patriarcado logrando que todo el mundo transicione”. Gracias a la Asociación de Trans No Binarios, España será de nuevo el Centinela de Occidente. Para que luego digan que el wokismo importado de los Estados Unidos no trae progreso. Mas queda aún un largo camino por recorrer. Muchas batallas por pelear. ¡Estamos con vosotras, mujeres!

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