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2023 cerrará con un nuevo récord de turismo

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El presente año 2023 cerrará batiendo un nuevo récord en cuanto al sector turístico: según el Observatorio Nacional de Turismo (ObservaTUR), alcanzaremos la cifra de 85 millones de visitantes. Con estos datos, se da por concluida definitivamente la crisis del turismo derivado de la pandemia del Covid-19. Tras su paso, éste sector se ha visto reforzado y rebosa salud.

Pese a que los grandes medios de comunicación nos venden día sí día también las bondades del turismo, tratando de hacernos creer que es necesario que crezca dicho sector para que la economía prospere y a todos nos vayan bien las cosas, la realidad dista mucho de dicha imagen idílica. Desde los años 80, especialmente a partir de la entrada de España en la Unión Europea, nuestro país se ha resituado dentro de la economía global —bonito eufemismo para referirnos al orden capitalista imperante— como un actor económico especializado en el sector servicios y en particular como destino turístico, como otros países del sur de Europa como Italia o Grecia cuyo rol parece ser el de ofrecer sol y playa para el resto del mundo. Pero para cumplir dicha función era necesaria una contrapartida: disminuir el peso de nuestra industria y del campo español. Es decir, dejar de trabajar el campo y de producir industrialmente para ponernos a servir paella y cerveza.

Desde entonces, el peso de dichos sectores no ha hecho más que disminuir. Por una parte, la industria que trajo consigo un potente movimiento obrero el cual protagonizó importantes episodios de la lucha antifranquista y la transición comenzó a deshacerse, y así perdió fuerza el sector que lideraba la lucha de los trabajadores y donde había mayor facilidad para conquistar derechos. Esto necesariamente debía tener una repercusión en el mercado laboral, ya que poco a poco la estabilidad del sector industrial se ha ido sustituyendo paulatinamente por empleo de escaso valor añadido, protagonizado por la temporalidad y organizado en pequeñas empresas donde se hace más difícil defender los derechos laborales y la penetración sindical. Podríamos incluso concluir que la pérdida de la centralidad del trabajo en las generaciones posteriores a los años ochenta tiene relación directa con este hecho.

También el campo español es víctima directa del aperturismo económico y la cesión de soberanía nacional que implica pertenecer a la Unión Europea. A Bruselas no le interesa una España excesivamente productiva en el sector primario, de modo que potencia el desarrollo agrícola de otros países y mantiene nuestro campo improductivo a cambio de subvenciones que algunos terratenientes utilizan para enriquecerse de forma parasitaria. El sector ganadero malvive también a base de subvenciones debido a que el sector de la carne es totalmente disfuncional. Todos ellos al final dependen de subvenciones otorgadas por quienes les están destruyendo, de la misma soga que les aprieta: los burócratas de la Unión Europa al servicio de las grandes oligarquías.

Más allá del ámbito meramente laboral, el apogeo del turismo trae consigo también otras consecuencias sociales. Los esfuerzos por atraer constantemente a más turistas acaban por generar un turismo de borrachera especialmente conflictivo. En los barrios que sufren mayor impacto de este turismo los vecinos de toda la vida se están viendo obligados a marchar por no poder soportar el ruido de los alrededores de locales de ocio, los gritos por la calle, las peleas y el constante aumento de la inseguridad. Además, cada vez es más complicado pagar un alquiler en estos lugares, ya que el aumento del parque de pisos turísticos —tanto legales como ilegales— ha propiciado una burbuja cada vez más grande. Muchos propietarios, ante la disyuntiva de buscar inquilinos o alquilar por días a turistas, se decantan por lo segundo al ser más fructífero económicamente, pese a que con ello contribuyan a degradar más sus barrios. En paralelo, muchos negocios tradicionales van cerrando sus puertas y tras ellos se instalan comercios enfocados al turismo, con servicios «modernos» y caros, y dificultando con ello que los vecinos puedan acudir a comercios de toda la vida. En definitiva, procesos de gentrificación que convierten barrios-hogar en lugares fríos, distantes y de paso. El turismo es un sector necesario y España tiene un enorme potencial para desarrollarlo, pero el actual enfoque únicamente representa negocio para los más ricos y decadencia social para la mayoría de la población, los trabajadores. Necesitamos un modelo productivo de alto valor añadido que traiga consigo estabilidad, equilibrio entre los sectores productivos, derechos laborales de calidad, que vertebre socialmente el país y que esté puesto al servicio del mismo. No obstante, difícilmente se llegará a ello sin recuperar nuestra soberanía nacional, por lo cual la ruptura con el marco de la Unión Europea es necesaria e imperante.

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