En la Europa actual, marcada por una creciente inestabilidad, los desafíos geopolíticos y sociales se han intensificado. Además de las tensiones con Estados Unidos, la guerra en Ucrania y los debates sobre inmigración, los movimientos separatistas siguen generando fracturas dentro de los Estados, añadiendo una dimensión adicional a la incertidumbre política del continente.
El separatismo en Flandes y en Cataluña son los movimientos independentistas más relevantes en Europa Occidental. Cada uno tiene características particulares que responden a su contexto histórico, cultural y político. Ambos movimientos comparten la reivindicación de una identidad cultural y lingüística propia y diferenciada del Estado; en Flandes, el idima flamenco es un elemento clave, en contraste con el francés del resto del país; Cataluña, tiene el catalán como elemento identitario, llegando a rechazar en algunos casos al castellano.
Las reivindicaciones de independencia política y las demandas económicas han derivado en ambos casos, en conflictos con el poder central. En Bélgica, el conflicto lingüístico y económico ha sido un factor de división desde el siglo XIX; en España, las exigencias independentista se incrementaron tras la dictadura franquista.
Común de ambas regiones es también su papel en la economía nacional de sus respectivos países. Tanto Flandes como Cataluña son regiones ricas, siendo el argumento económico uno de los más importantes en ambo moviemientos separatistas. Casualmente o no, tanto los independentistas flamencos como los catalanes, argumentan que sus regiones contribuyen a la economía nacional, más de lo que reciben del gobierno.
Los principales partidos separatistas de Flandes, son la Nueva Alianza Flamenca y el Vlaams Belang, siendo este último el que lidera el movimiento separatista. Por su parte, en Cataluña, Esquerra Republicana (ERC), Junts per Catalunya (JxCat) y la CUP han sido een los últimos años los que más han impulsado el separatismo.
A pasar de los nexos en común, ambos movimientos presentan sus diferencias. Flandes tiene el control político de gran parte de Bélgica. Además, no existe ninguna amenaza de crisis inmediata sobre su independencia. Por su parte, Cataluña, vivió un referéndum ilegal en 2017 que llevó a una crisis política con España.
En términos de apoyo popular, en Flandes, las encuestas reflejan que aproximadamente un 25% de la población apoya la independencia, en contraste con Cataluña, donde el apoyo oscila a día de hoy entre 40-50%.
También se pueden apreciar diferencias en las estrategias seguidas. En Flandes, el separatismo ha sido más gradual y basado en reformas políticas, siempre dentro del marco legal. En Cataluña, destaca el referéndum unilateral y simbólica de independencia.
Puede decirse así, que el separatismo en Flandes es más pragmático y político, mientras que en Cataluña ha habido intentos más radicales de ruptura con España. Sin embargo, ambos casos comparten un trasfondo de identidad cultural y la economía como ejes centrales del movimiento.