Hoy en día todo lo relacionado con la gestión en la inmigración en nuestro país constituye un negocio muy lucrativo, algo que no ha pasado desapercibido para las ONGs, que han sabido aprovecharse de un negocio que cada día supone mayores beneficios por parte de quien ve una oportunidad de ganar dinero a costa del sufrimiento humano. Un ejemplo de ello es la ONG APIP-ACAM, entidad colaboradora en el ámbito de la protección internacional, autorizada por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, y dedicada a cuidar a los inmigrantes repartidos por todo el territorio español. En su propia web aseguran que «la Fundación APIP-ACAM responde a la voluntad cívica de compromiso con la gente, de apoyar a las personas y familias en situaciones de necesidad, de falta de medios económicos y/o dependencia física o intelectual, procurando la continuidad de los tratamientos, de las metodologías y las evaluaciones, a fin de colaborar con la capacitación, el fomento de la asertividad, el empoderamiento de las personas y la recuperación de sus redes sociales».
Lejos de esta superficial presentación se oculta una cara muy oscura de la fundación. Se ha visto envuelta en algunas polémicas por las que ha recibido, hasta 174 concedidas desde finales de enero de 2020 hasta marzo de 2024 suponiendo un total de más de 42 millones de euros. Algo que es público y se encuentra disponible en la web del Sistema Nacional de Publicidad de Subvenciones y Ayudas Públicas. Pese a la gran financiación que recibe, ha sido objeto de sanciones y de controversias por maltratar a los inmigrantes a su cargo. Hace apenas unos meses se destapó un caso denunciado por el Ministerio de Sanidad contra la ONG por alimentar a los inmigrantes con comida en mal estado en el Hotel Mur, ubicado en Jaca y conocido por no cumplir los requisitos básicos de habitabilidad. En octubre del pasado año tuvo una orden cautelar de clausura por un brote de gastroenteritis y la incumplió, lo que conllevó una sanción económica. Además, los trabajadores carecen del obligado carnet de manipulador de alimentos.
Este episodio no es algo aislado, sino que un caso igualmente sonado ha sido el del Hotel París de Zaragoza, gestionado por la propia ONG y donde varias decenas de inmigrantes habían sido reubicados desde otros puntos de España, principalmente desde Canarias. La situación vivida por los inmigrantes dentro del propio hotel ha sido denunciada por los mismos, que aseguran sentirse engañados y que vinieron con una promesa de un trabajo inexistente. Han asegurado que «no son animales» y que no vinieron a Europa sólo «a comer y a dormir». Están en contra de la ONG, pues «no les enseña español» y durante una de las tres manifestaciones que aseguran haber realizado para acabar con su situación gritaron consignas como «no nos gusta APIP-ACAM».