jueves, julio 3, 2025

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Alvise Pérez: del azote de la «casta» a investigado por corrupción

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Luis «Alvise» Pérez comenzó su carrera en UPyD, pasó por el PP, se acercó a Ciudadanos, orbitó en torno a Vox y, en 2024, fundó su propia marca: Se Acabó La Fiesta (SALF). Sin programa, sin estructura y con una campaña basada en redes sociales, prometió «acabar con la corrupción», sortear su sueldo como eurodiputado y publicar unos audios que, según él, harían caer al Gobierno de Sánchez. Con ese discurso obtuvo más de 800.000 votos y tres escaños en las últimas elecciones europeas. A día de hoy, sigue sin publicar esos famosos audios y solo ha sorteado su sueldo durante dos meses.

A los pocos meses de las elecciones, estalló el escándalo que hoy lo sienta ante la justicia. El Tribunal Supremo lo ha citado a declarar como investigado el próximo 11 de julio, junto al empresario Álvaro Romillo, más conocido como CryptoSpain. La Fiscalía aprecia indicios de financiación ilegal, tráfico de influencias, estafa, blanqueo, falsedad documental y apropiación indebida. El caso gira en torno a una entrega de 100.000 euros en efectivo durante la campaña, sin declaración ni factura. Alvise ha reconocido haber recibido el dinero, alegando que fue una aportación privada como autónomo. Sin embargo, en los audios incorporados al caso, le promete a Romillo favores políticos si su partido resulta clave para formar gobierno con PP y Vox: «Si salgo elegido, tú mandas».

El presente de Alvise dista mucho del impulso con el que irrumpió. Mientras agitaba discursos contra la casta, amasaba ingresos sin transparencia: desde 2021 ha ganado 23.000 euros al mes y ha recibido más de 750.000 euros en donaciones y pagos por redes sociales, cifra que ocultó hasta que fue sancionado por el Parlamento Europeo. A ello se suma la retirada de la subvención pública a SALF por no presentar las cuentas electorales ante el Tribunal de Cuentas. Y como guinda, la ruptura interna: sus dos eurodiputados, Nora Junco y Diego Solier, se han declarado independientes y acusan al líder de chantajes, amenazas y gestión opaca.

La formación de Alvise se diluye con la misma velocidad con la que se fabricó. No tenía programa ni proyecto político: solo una maquinaria de ruido y agitación sin rumbo. Se presentó como enemigo del sistema, pero su única aportación real fue arrastrar parte del voto protesta hacia un vacío político y un espectáculo viral. Prometió acabar con la fiesta, pero era él quien cobraba la entrada.

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