El aumento de la violencia y la inseguridad ha obligado a varias ciudades francesas a decretar toques de queda a los menores de edad. Localidades como Béziers, Triel-sur-Seine, Saint-Ouen o Nimes han decretado toques de queda para los menores de diferentes edades dependiendo de la localidad, entre las 23:00 y las 06:00 desde el 21 de julio.
El aumento de los tiroteos, los ajustes de cuentas, el narcotráfico y las luchas entre bandas criminales han obligado a tomar medidas de seguridad adicionales. El último suceso violento tuvo lugar en una de las ciudades mencionadas: Nimes. En esta localidad un joven de 19 años fue encontrado muerto con heridas de bala y parcialmente calcinado el 15 de julio. La policía apunta a otro crimen relacionado con las bandas criminales. Unos días más tarde, el 17 de julio se produjo un tiroteo en el barrio de Pissevin. Se trata de uno de los ocho tiroteos registrados en dos semanas en el último mes.
Los toques de queda durarán 15 días pero serán prorrogables si es necesario, tal y como afirma el ayuntamiento de Nimes. Además esta ciudad ha anunciado un refuerzo de 60 policías para contener la oleada de violencia en las calles.
La estrategia de restringir la circulación a menores de edad no es nueva en Francia. En algunos lugares llevan haciéndose muchos años, como en Cagnes sur-Mer, que lleva decretando toques de queda a los menores de 13 años sin acompañamiento por parte de un adulto desde 2004.
Existe consenso entre los expertos de que este tipo de medidas son más simbólicas que prácticas. Francia tiene un grave problema de seguridad en sus ciudades y los toques de queda que pretenden proteger a niños y adolescentes son solo un tibio paliativo. Solo en 2024 al menos 110 personas murieron a causa de incidentes relacionados al narcotráfico según el Ministerio del Interior. Solo en Marsella 49 personas murieron debido a esta causa en 2023, año en el que se registraron 1.010 homicidios en todo el país, lo que supuso un aumento del 5% con respecto a 2022.
Al menos 11 localidades han aplicado esta medida este año, sumándose a otras que vienen haciéndolo con anterioridad. A las ya mencionadas se suman Limoges, Dourdan, Villecresnes, Niza, Montfaucon o Viry‑Châtillon entre otras. Esto solo pone de manifiesto la realidad de un país que tiene dificultades para controlar sus propios barrios. Además año tras año la población carcelaria aumenta.
La criminalidad y el actual modelo migratorio están estrechamente relacionados, como se observa en España y otros países europeos. Debido a que en Francia están prohibidos los registros en base a etnia o religión intentar encontrar información que permita comprender la realidad es difícil. A lo que se suma el hecho que muchos presos tienen la nacionalidad francesa. El sociólogo franco-iraní Farhad Khosrokhavar estimó en 2004 que entre el 40% y el 60% de los reclusos en Francia eran musulmanes. Por otra parte, la periodista estadounidense del Washington Post Molly Moore, estimó en 2008 que la población carcelaria musulmana constituía entre el 60% y el 70% del total.