14 de noviembre de 2025

El fondo estadounidense Apollo Sports Capital...

El Atlético de Madrid cae en manos del globalismo financiero

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El fondo estadounidense Apollo Sports Capital ha adquirido la mayoría de acciones del Atlético de Madrid, un movimiento presentado como una gran oportunidad financiera para el club. Sin embargo, detrás de los titulares y del lenguaje amable de los mercados, hay algo mucho más profundo: la constatación de que España se vende poco a poco, y que la pérdida de identidad y soberanía ya no se impone con guerras, sino con capital.

El desembarco de Apollo en el Atlético no es una excepción, sino un síntoma. En las últimas décadas, los fondos de inversión se han convertido en los auténticos amos del mundo, ya que no solo controlan bancos o empresas energéticas, sino que también se han hecho con viviendas, hospitales, medios de comunicación y, ahora, con símbolos populares como los equipos de fútbol.

Se nos dice que estas operaciones <<modernizan>> el deporte, que aportan liquidez, profesionalización y competitividad, pero lo que realmente generan es dependencia. Los beneficios no se reinvierten aquí: viajan a Nueva York, Londres o Luxemburgo y la riqueza se concentra por arriba mientras el país se empobrece por abajo.

El fútbol, antaño espacio de identidad colectiva, ha sido absorbido por la lógica del capitalismo global. Lo que antes era sentimiento, barrio, pertenencia, hoy es un producto empaquetado para el consumo masivo. Los estadios se han convertido en centros comerciales del espectáculo; los aficionados, en clientes. Y los clubes, en activos financieros al servicio de quienes no tienen ni idea de la reglas de un partido de fútbol.

El caso del Atlético de Madrid duele especialmente porque representa a una afición trabajadora, forjada en el sacrificio y la resistencia. Sin embargo, ni siquiera ese arraigo ha podido frenar la presión del capital internacional, y otro club histórico ha terminado en manos de intereses ajenos, igual que tantas empresas y recursos que antes eran nacionales.

A mayor abundamiento, con esta operación financiera, España no solo pierde capacidad económica: pierde también control y autonomía, debido a que cuando los grandes fondos deciden qué se vende, qué se produce o qué se juega, la democracia se vacía de contenido, y sino manda el pueblo, manda el capital.

Por eso, mientras algunos celebran fichajes o dividendos, otros vemos en esta compra un símbolo más de un país que cede su destino a intereses privados.Y el fútbol, que fue del pueblo, hoy pertenece a quienes hacen negocio con él.