El consumo de drogas y las muertes provocadas por sobredosis, están aumentando silenciosamente en nuestro país. Se trata de un grave problema que afecta especialmente a los trabajadores y recuerdan a las graves epidemias de drogadicción de décadas pasadas.
Según el estudio Changing trends in drug overdose mortality in Spain, 2001‑2022, realizado por diversos investigadores como Enrique Regidor, María José Belza, Gregorio Barrio Julieta Politi, pertenecientes a diversas instituciones como el Instituto de Salud Carlos III, entre 2001 y 2022 murieron 15.862 personas por sobredosis en España.
En el periodo analizado por el estudio se llegó a la conclusión que las muertes por sobredosis aumentaron un 49%. La tasa de mortalidad ajustada (TMA) pasó de 24,7 a 36,8 en 12 años. La TMA se emplea para calcular cuántas personas mueren por millón de habitantes al año, ajustando las cifras para que no se vean alteradas por cambios de edad producidos por el paso del tiempo.
El aumento comenzó a incrementarse a partir del año 2010, y especialmente a partir del año 2018. Los datos reflejan que no existe una sustancia que sobresalga sino un policonsumo de drogas.
El pico histórico en España de muertes a causa de sobredosis tuvo lugar en 1991, con 1.833 fallecidos según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Tras este año hubo un descenso con algunas subidas considerables como la de 1996, con 1.310 muertes, llegando al año 2007 con 203 muertes, la cifra mas baja registrada. Sin embargo para el año 2022 llegamos a la alarmante cifra de 1.266 fallecidos, cifra que se mantuvo con poca alteración para el año 2023, con 1.233 muertes.
Pese a que las cifras por población siguen considerándose bajas, se aprecia un aumento significativo. Nos acercamos a las trágicas cifras de los años 90, cuando especialmente la heroína hacía estragos entre la población.
Nos hemos centrado en las muertes a causa de las drogas, pero eso solo constituye una parte del drama que supone la drogadicción. El problema va más allá relacionándose estrechamente con los problemas de salud mental en nuestro país. Otro aspecto de esta cuestión es el aumento del poder de los narcotraficantes y la financiación del yihadismo internacional que controla importantes rutas de tráfico de drogas en el Sahel. En países como Bélgica ya han saltado las alarmas de que se puede erigir un narcoestado en el corazón de la Unión Europea.
