Politizando A España
Hace unos días Roberto Vaquero verbalizó algo que llevaba sonando muchas veces en mi cabeza: votar. Pero no esa papeleta que echas cada cuatro años en tu colegio. Esto sería algo más práctico, algo más integrador.
La desindustrialización, el mandar a nuestros soldados a guerras ajenas… nadie ha decidido eso salvo la cúpula de siempre. Luego, la noticia la ve en Antena 3 la familia típica española y aunque ninguno de sus miembros lo diga en voz alta, piensan: Que poco pinto yo en este país.
El sujeto que haya leído algún artículo de la constitución, bien sea por curiosidad o bien porque la oposición a estudiar le entraba en el temario, se dará cuenta de lo permisiva e inclusiva que es para con todo el mundo. ¡Es el buenismo personificado! Todo el mundo tiene derecho a todo y todo es del color de rosa en sus 169 artículos. Sin embargo, los padres de la constitución no eran tontos y se encargaron de marcar bien las distancias entre poderes y ciudadanía. Se puede decir que hicieron todo para el pueblo pero sin el pueblo. Se echa en falta algún capítulo que hable de integrar y a hacer partícipe más al pueblo en cuanto a la toma de decisiones. Claro que, desde Bruselas, no dejarían que fuesen los propios ciudadanos españoles los que eligiesen su futuro.
Conversando con gente y especialmente en víspera de elecciones, es habitual oírles decir que no merece la pena votar a nadie. Sus palabras llenas de hastío suenan muy alejadas de la política, como si de sus trabajos no dependiera de una u otra forma las decisiones que se toman en parlamentos, ya sea en el nacional o autonómico.
Espero vivir lo suficiente como para ver ese cambio; estamos hartos de hacer formularios de cualquier tipo y enviarlos, pues bien, me gustaría ver antes de morir como los poderes políticos envían a los ciudadanos una especie de cuestionario mediante el cual, con todas las garantías de autentificación (mediante Cl@ve o DNI Electrónico) esa persona se sienta valorada y escuchada en materia de asuntos de estado y de ese modo quizá también bajen los niveles de odio hacia la clase política.
Así que cuando el lector de este artículo se sienta inútil o con poca capacidad decisoria simplemente recuerde estas palabras de Walt Whitman y deje que las ganas de revolución se apoderen de usted:
“Que estás aquí, que existe la vida y la identidad, que prosigue el poderoso drama, y que tú puedes contribuir con un verso.”