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La natalidad en España es una bomba de relojería

El discurso feminista, el ecologismo y la falta de ayudas a la natalidad se compenetran para estrechar la base de nuestra pirámide poblacional

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En el anterior artículo analicé con datos y gráficas la actual situación de la natalidad en España.  En este me centraré en responder a la gran pregunta: ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí? Teniendo en cuenta las medidas adoptadas por el PSOE y el PP turnándose en el gobierno durante casi cuarenta años no ha sido difícil.

Ambos partidos siempre han estado de acuerdo en destruir poco a poco las condiciones materiales de los trabajadores españoles, bien mediante recorte de derechos y salarios, bien mediante la importación a gran escala de inmigrantes que aceptasen esas condiciones para así poder desactivar cualquier movimiento reivindicativo. Todo esto, y hay que resaltarlo, no es culpa del trabajador inmigrante que viene a España a ser explotado, sino de los dos partidos turnistas y una élite empresarial que ha sabido meter muy bien en la agenda política de ambos partidos todas sus propuestas a la baja en cuanto a condiciones laborales y salariales

Por supuesto no nos podemos olvidar de los partidos de la burguesía nacionalista periférica, que no han dudado en apoyar (o incluso dar una vuelta de tuerca en sus comunidades) esas políticas cuando han tenido que gobernar por interés electoral junto a los dos grandes partidos del sistema. 

Y tanto han apretado durante todos estos años que a pocos días de que termine el año un estudio basado en datos de Eurostat muestra cómo España cerró el año 2022 con menos poder adquisitivo que en el año 2000. Según dicho estudio, ocupamos el puesto número veinte de la lista de los veintidós países europeos. Sólo Grecia e Italia están por debajo. Esto quiere decir que la subida de precios no se equipara a la subida de salarios y que, en general, somos más pobres que hace veinte años.

Foto: Eurostat

También hace escasos días, la organización «Save the children» publicaba el informe «Ser pobre en España. El retrato de 1.000 familias», en el que se indicaba que más de la mitad de las familias en situación de pobreza a las que atienden en seis comunidades autónomas están encabezadas por progenitores que trabajan, y que ingresan en el hogar menos de 1.000 euros al mes

Si quisiéramos hacer el retrato de una familia tipo sería la formada por el padre, la madre y dos menores, siendo los padres quienes suelen aportar los ingresos provenientes del subempleo, en forma de trabajos temporales o a tiempo parcial.

Desde luego son datos que no animan a tener una familia numerosa. Por eso, en vez de ir a la raíz del problema –ya saben: estabilidad laboral, mejora de políticas de conciliación, lucha contra el desempleo, paliar la inseguridad económica, luchar contra el incremento del coste de la vida y por tanto la pérdida de poder adquisitivo– tanto el PSOE como el PP, lo único que han intentado ha sido parchearlo con tibias ayudas para fomentar la natalidad.

Comencemos: fue José María Aznar en el 2002, casi 25 años después de la entrada de España en la democracia, el que implementó deducciones por hijo en la base imponible del IRPF, y que básicamente viene a significar en la actualidad una ayuda mensual de cien euros al mes hasta que el niño cumpla los tres años. Una medida que en su día fue considerada más que insuficiente, además de criticada por electoralista ya que fue puesta en marcha  a pocos meses de que se celebrasen las elecciones generales que acabaría perdiendo el PP por los atentados del 11M.

Poco después, en Noviembre de 2007, José Luis Rodríguez Zapatero aprobó un cheque bebé universal de 2500 euros, que tuvo una vida muy corta debido a la recesión económica. Esta propuesta fue recibida en medio de enormes críticas de un Mariano Rajoy en la oposición, augurando el apocalipsis económico por culpa del despilfarro que provocaría si finalmente entraba en vigor. Y fue precisamente Mariano Rajoy quien cerraría el círculo en 2015 impulsando el denominado cheque familiar para familias numerosas con ascendientes o descendientes con discapacidad. Estos cheques suponían 1.200 euros al año para cada uno de los casos, eran acumulables entre sí y se sumaban a la ayuda de 100 euros al mes para madres trabajadores con hijos menores de tres años que impulsó Aznar. 

No parecen medidas muy motivadoras para lanzarse a tener hijos, la verdad. Esto hace que España esté a la cola en ayudas a la natalidad pese a padecer una situación tan crítica. Por citar algunos datos nuestro país tan sólo invierte el 1,3% del PIB en ayudas a la infancia y natalidad; lejos de la media europea del 2,2% y todavía más alejado de la inversión de países como Francia, que dedica un 2,4% de su PIB o Dinamarca, con el 3,5%. Según los últimos datos de Eurostat, nuestro país se coloca como uno de los que menos ayudas monetarias otorga del continente. De cada 18 € que España dedica a gastos sociales, solo 1 euro se dedica a la familia. 

Por supuesto estos datos son más sangrantes aún si los comparamos con los países de nuestro entorno europeo. Según un análisis del Best Country Report, España ocuparía el lugar número 16 a la hora de facilidad para formar una familia, siendo copados los primeros puestos por Francia, Alemania y Suecia.

En la nación escandinava los padres disponen de 480 días de permiso de paternidad remunerado al 80%, más una ayuda de 115 euros al mes hasta que el niño llega a la mayoría de edad. Otro beneficio que tienen los padres suecos es que hasta los 8 años, tienen la posibilidad de reducir su jornada laboral un 25%. Sólo por seguir hurgando un poco más en la herida, en países como Francia se dan ayudas de manutención y de acogimiento durante la primera infancia para hacer frente al nacimiento de los hijos, y los gastos derivados de su educación y cuidados. 

Pero la natalidad no es sólo una cuestión de números, aunque estos sean los más importantes a la hora de querer tener una familia. Porque a los ya consabidos problemas económicos y de conciliación laboral que llevan arrastrándose desde hace mucho tiempo, ahora se les han unido los nauseabundos mensajes provenientes de la posmoizquierda woke que se resumen en: «tener niños es malo». Y el mensaje ha calado, bien a través de soflamas feministas (los hijos son un lastre para la mujer, tener hijos no es necesario para tu realización como persona…), o bien ecologistas (salvemos el planeta de la sobrepoblación, los recursos son finitos, tener hijos contamina…). 

Este tipo de mensajes aceptados y amplificados por partidos políticos, medios de comunicación, plataformas de «streaming» e «influencers» varios, han terminado configurando una serie de cambios en los hábitos sociales. Por ejemplo, mientras en 1996, el 11,2% de los bebés de madres españolas eran hijos de una mujer no casada, actualmente el porcentaje de nacimientos de madre no casada se ha multiplicado casi por cuatro

Y los cambios no terminan aquí. Según un estudio de la fundación BBVA titulado «La gestión de la intimidad en la sociedad digital», casi un 80% de las rupturas serían de parejas «no institucionalizadas», con lo que no sólo habría que mirar las rupturas de parejas oficiales que maneja el INE, sino también las que están «en la clandestinidad». Esto nos indica que hay un desajuste en lo que los expertos llaman el «mercado matrimonial».

Esta «informalidad» en las parejas se debería, según el estudio, a que «Internet aumenta las posibilidades de conocer a muchas más personas de forma rápida y flexible y esto, irremediablemente, puede suscitar la duda de si se ha elegido la mejor opción». Añadamos también a la ecuación la manera en que están diseñadas las principales aplicaciones de búsqueda de pareja, esto es en modo «gaming», lo que actúa  como un disparador de dopamina en el cerebro, haciendo que muchos de sus usuarios busquen la relación «juego-premio», en una búsqueda infinita de relaciones que ilusionen constantemente, potenciando el decaimiento de las relaciones de pareja estables en el tiempo.  

Quien sabe. Quizá la creadora española Alicia Framis haya dado en el clavo al ser la primera mujer en dar el ‘sí quiero’ a una pareja virtual; un holograma inteligente creado por ella misma para «satisfacer todas sus necesidades emocionales». Aunque de momento se trata solo de una ‘performance’, la artista refleja un escenario que pronto podría convertirse en algo perfectamente real. Así que muchos (sobre todo muchas) se buscan la vida como pueden para tener descendencia. 

Una de las últimas opciones que poco a poco va ganando más fuerza es la copaternidad: una empresa, del mismo nombre,  que pone en contacto a dos personas que quieren ser padres pero, o no quieren ser una familia monoparental –fundamentalmente mujeres que rechazan la idea de ser madres solteras– o no encuentran con quién tener hijos, como sucede con la mayoría de los varones que recurren a esta propuesta. A través de la citada empresa, ya ha nacido un niño en España y hay otros tres en camino. El proyecto fue fundado por la antropóloga catalana Carmen Balaguer y ya cuenta con casi tres años de vida y más de treinta parejas adheridas a la idea. La empresa, ubicada en Barcelona, pone a las partes interesadas en encontrar a una pareja para afrontar la paternidad. Por un precio próximo a los 800 euros, se traza un perfil de las personas inscritas, se busca a alguien con sus mismas necesidades y posible compatibilidad, y se organizan encuentros para que estas personas se conozcan. Este tipo de empresa viene a comercializar algo que también hemos explicado antes: tener hijos es una gran responsabilidad y no todo el mundo en la sociedad actual está dispuesto a asumirla, máxime en unos tiempos donde el abuso de la palabra «libertad» o el culto al éxito personal están a la orden del día. 

Y de nuevo la gran pregunta. Ante estos datos y causas sociales, ¿qué proponen los partidos políticos? Si damos un breve repaso a los programas políticos de algunos partidos «pro vida y natalidad» como VOX vemos que «se comprometen» a aumentar la inversión de estado en las familias y desarrollar una legislación que las proteja en ámbitos como el fiscal, apoyo a la natalidad, conciliación o acceso a servicios públicos. ¿Algo más? Pues no. De hecho no entra en detalles concretos sobre sus medidas de conciliación o referentes a la baja por maternidad y paternidad.  Vamos un: bla, bla, bla… de «los defensores de la familia en España»

Vamos con los otros defensores de la familia, el PP, que según su programa, combatirá la brecha salarial de las mujeres al ser madres, ampliará los permisos por nacimiento de las familias monoparentales a cuatro meses para los padres con hijos de hasta ocho años e incluirá nuevos permisos para la atención de familiares y por causas de fuerza mayor, sin indicar si serán retribuidos o no. Vamos, que si quieres hijos, te los pagues tú. Como se nota esa defensa cerrada de la familia española en su programa electoral. 

El PSOE no deja a nadie sorprendido. Su apuesta es la «conciliación laboral»; es decir, extender la baja por maternidad y paternidad hasta las 20 semanas, con una mayor flexibilidad con el trabajo a tiempo parcial a partir de la semana 16. Esto, por supuesto, con una actitud totalmente cándida y confiando en que las empresas permitirán que los trabajadores se acojan a esta medida a demanda… También elaborarán un plan nacional para que las empresas ofrezcan jornadas híbridas de trabajo y una semana laboral de cuatro días. Cómo se acojan los trabajadores de la limpieza y de seguridad es algo que no se han molestado en abordar. Yo no sé qué les parecerá a ustedes, pero no parecen unas grandes medidas que sirvan para dar la vuelta a tan preocupante situación, y parecen ir más encaminadas a un perfil laboral de funcionario que a otra cosa.

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