El gobierno de Noboa decidió acudir a Estados Unidos tras un tiempo en el que era incapaz de lidiar con la situación con suficiente firmeza. Las negociaciones, en las que incluso se llegó a la entrega del equipamiento comprado a Rusia, culminaron con un acuerdo de más de 90 mil millones de euros y presencia militar con inmunidad en el país suramericano. Esta cooperación duraría 5 años.
El mandatario de Ecuador, desde los inicios de su gobierno y durante el breve tiempo que lleva, ha sido comparado con su homólogo salvadoreño. Sin embargo, con este acuerdo queda evidenciado que la línea de actuación de ambos presidentes es frontalmente distinta. Mientras Nayib Bukele ha apostado por la soberanía nacional y por que sea el país quien tome sus propias decisiones, el presidente ecuatoriano ha decidido que lo apropiado es hacer que gran parte de su seguridad dependa del hegemón norteamericano.
Paralelamente, sucede con el estado de excepción otra situación en la que el ejecutivo queda mal parado. Por un lado, Noboa decretó un estado de excepción que suspendía libertades como la de circulación, y la imposición de un toque de queda. Y, sin embargo, en El Salvador se metió toda la carne en el asador suspendiendo el derecho a ser informado en una detención, ampliando el tiempo de detención administrativa y permitiendo a las autoridades de las cárceles mantener a los integrantes de las bandas 24 horas en su celda, entre muchas otras actuaciones. Es decir, hablamos de una fórmula completamente distinta en la que se plantean medidas drásticas y polémicas para una situación urgente y a corto plazo, en un mandato que no daba oportunidades para actuar con guantes de seda, y no temiendo siquiera saltarse la propia legalidad del país.
¿Por qué es tan importante esta diferencia? Porque sacrificar la soberanía del país y exponerse a intereses extranjeros para resolverlo debería de ser el último recurso para solucionar el problema. Debemos tener en cuenta que Estados Unidos siempre ha tratado a Latinoamérica como su patio trasero, y que ya existe un precedente en Hispanoamérica que ha podido resolver un problema similar sin su intervención, y alejándose de su influencia. De este modo, ¿por qué Daniel Noboa no toma un camino similar? ¿Será que teme las críticas de los organismos internacionales?
A lo que nos referimos con esto es que ya sabemos que, debido a la radicalidad de sus medidas, Bukele estuvo en el ojo de las críticas de las ONG y la prensa internacional, aunque sin perjudicar al apoyo de su propio electorado. Si en este caso Noboa no tiene la misma suerte, el precio de la libertad y la seguridad del pueblo ecuatoriano es quemarse electoralmente y que sea completamente defenestrado.
En algunas ocasiones no hay una solución buena a un conflicto sino una menos mala, pero hasta que no se hayan jugado todas las cartas no podemos decir que la opción menos perjudicial sea verdaderamente confiar en EEUU para que traiga seguridad. En primer lugar, porque su ayuda no va a ser gratis. Y, por otro lado, puede ser un pretexto perfecto para intentar ganar influencia sobre una Latinoamérica que cada vez mira más hacia China, y así recuperar una hegemonía muy lucrativa para el imperio yanqui y que ha mantenido a todos estos países en la pobreza y el atraso.
Por todos estos motivos, y tal y como sí ha sabido leer el mandatario salvadoreño, el único camino que puede traer la prosperidad a estos países empieza necesariamente por conseguir una verdadera soberanía nacional.