Bares, restaurantes y cafeterías son puntos habituales de encuentro. Todos acudimos con mayor o menor frecuencia a estos establecimientos y no se nos hace raro cuando escuchamos a nuestros amigos o familiares comentar que «son muchas horas» o que «la hostelería es muy dura…» seguidos de una expresión que tuerce el gesto. La dureza de las condiciones de trabajo a las que se enfrentan camareros y cocineros por las exigencias y abusos por parte de los empresarios hosteleros son ampliamente conocidas y objeto de denuncia continua en los últimos años tanto en redes sociales como en prensa y televisión (y por supuesto, judicialmente).
Si hace pocas semanas el presidente de la Confederación de Hostelería de España, José Luis Yzuel, se permitía el lujo de hacer «una broma» con la cantidad de horas que deben trabajar los empleados de hostelería, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) deslizan una realidad más dura para los trabajadores del sector. Según los datos del tercer trimestre del 2023 de la EPA, la hostelería es el sector en que se quedan más horas extras sin pagar, con hasta 304.404 horas extras trabajadas sin remunerar. Una práctica habitual que se acentúa si tenemos en cuenta las directrices de la autoridades que puntualizan que las horas extras no solo deben ser pagadas sino que tienen que tener una retribución mayor que las ordinarias. Ahí es donde camareros, cocineros y demás personal hostelero ven como se escapa un dinero que les pertenece y que no reciben a final de mes.
Sin embargo, el hecho de trabajar sin cobrar no es el único abuso laboral al que tienen que enfrentarse los trabajadores de la hostelería para poder llegar a fin de mes, pues son numerosos los atropellos a los que se ven sometidos: Jornadas de 10, 11 y 12 horas (cuando no las superan) y sueldos que en bastantes ocasiones no llegan a los mil euros. Esta realidad ya se constata cuando nos encontramos ofertas laborales que no cumplen con las exigencias mínimas del convenio laboral y que sugieren al posible trabajador que debe pasar más de 40 y más de 50 horas en el trabajo para llevar un sueldo a casa. Otra práctica frecuente es comunicar los horarios con poco tiempo de antelación, pues en el mejor de los casos se comunican unos pocos días antes y el trabajador tiene que verse obligado a aceptar continuos cambios en sus turnos (en muchas ocasiones con poco margen de tiempo para acudir al trabajo). Esto obliga a los trabajadores a estar disponibles de forma permanente a lo largo del día a riesgo de perder su empleo.
Esta es la realidad de un sector en el que gran parte de los establecimientos tienen turnos partidos, como es el caso de los restaurantes. Al dar los servicios de almuerzo y cena nos encontramos con dos horas puntas a lo largo del día, por lo que el personal del establecimiento deberá trabajar ambos turnos. Los horarios en los que se dan esos servicios van aproximadamente desde las 12:00 a 16:00 para los almuerzos y de 20:00 a 00:00 para las cenas. Estos horarios hacen muy difícil que camareros y cocineros puedan conciliar con sus obligaciones familiares el desempeño de su actividad laboral. El colmo llega cuando no se respeta el convenio y se da tan solo un día descanso a la semana, tal y como reconocen muchos trabajadores de la hostelería. Estos turnos partidos, sumados a la cantidad de horas extras y el escaso tiempo de descanso hace que los trabajadores se pasen prácticamente toda la semana trabajando sin poder dedicar tiempo a sus obligaciones familiares y del hogar.
Otra de las grandes batallas a las que se enfrentan los empleados de hoteles y restaurantes es conseguir un contrato en el que estén dados de alta en la Seguridad Social por todas las horas que trabajan de forma ordinaria, incluso cuando no reclaman directamente que se les haga un contrato laboral. Cocineros y camareros denuncian que estas prácticas son habituales y que afectan directamente a sus cotizaciones. El problema cobra relevancia cuando necesitan cobrar una prestación por desempleo tras un despido, siendo numerosos los casos en que son despedidos después de reclamar sus derechos en un nuevo empleo, o cuando llega la jubilación tras pasar toda una vida detrás de una barra trabajando. En ese momento, al haber cotizado menos horas y una menor cantidad de salario, reciben prestaciones y jubilaciones más bajas de las que les corresponden en realidad por el trabajo realizado.
Todas estas prácticas y abusos acaban suponiendo un importante ahorro que los empresarios incorporan a su beneficio y que está basando en un robo directo e impune a los trabajadores de la hostelería que ven como sus condiciones laborales empeoran con el paso de los años: el salario es bajo, las horas de trabajo exceden lo permitido y las horas extra sin pagar se convierten en la norma. Mientras tanto, la patronal de la hostelería aboga porque camareros y cocineros trabajen diez y doce horas al día porque ellos así lo quieren argumentando cualquier excusa para perpetuar abusos y prácticas que están fuera de la legalidad y que empujan a los trabajadores a unas condiciones de trabajo y vida cada vez más duras.