miércoles, diciembre 4, 2024

La máquina del fango

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He preferido esperar un tiempo para escribir sobre la DANA. La estupefacción, la náusea y la rabia me han impedido articular coherentemente -sobre una hoja en blanco- todo lo que he sentido después de esta catástrofe: las arcadas indefinibles sobre tanta basura. Es la hora del cambio radical y de la limpieza de tanta porquería acumulada. Es la hora de la Revolución.

 

Sánchez no ha dejado de hablar de fango este último año. La máquina del fango es ya una expresión muy popular que -en la neolengua sanchista– viene a significar que toda información opuesta a la versión oficial de las cosas no sólo es falsa sino que -también y por supuesto- ha sido publicada y divulgada con el sólo fin de crear un perjuicio ilícito al Presidente, a su familia o a su entorno político. Eso es la máquina del fango es muy pocas palabras.

 

Y héte aquí como la máquina del fango -la de verdad- se ha puesto a funcionar para todos los españoles: tanto para los afectados como para los que hemos tenido la suerte de no serlo. Un fango que -con la fuerza incontenible de los desbordamientos imprevistos- ha venido a corromper los -de por sí- cada vez más débiles cimientos de nuestro sistema político.

 

Para los valencianos, la expresión ha adquirido un siniestro y nuevo significado: la máquina del fango son los miles de litros de agua caídos por metro cuadrado la tarde del 29 de Octubre de 2.024, como lo son la riada consiguiente y los océanos de lodo en que se han convertido sus hogares, sus calles, sus colegios y sus garajes. La máquina del fango es la muerte de centenares de ciudadanos y la posterior desatención de miles de ellos una vez pasado este inesperado apocalipsis. La máquina del fango es todo aquel barro viscoso que -más de treinta días después- nadie ha sido capaz de retirar de estas calles y plazas.

 

Esta catástrofe ha dejado al descubierto la ineficacia criminal de nuestras

Administraciones: la absoluta inoperancia del Estado Español. La DANA también ha sido una tormenta perfecta en lo tocante a la incompetencia del Gobierno Autonómico de Carlos Mazón y a la mala fe del Gobierno Central. Asombrados, asistimos a esta pueril discusión sobre quién debió avisar y sobre cómo, sobre quién debía pedir qué y sobre qué ayuda debía de enviarse y sobre cuándo. Congresistas, Senadores, Ministros, Generales y Alcaldes: nadie es capaz de asumir responsabilidad o culpa alguna ni, tan siquiera, ninguna crítica respecto a su gestión. Se señalan unos a otros con el dedo acusador de la impudicia y de la desvergüenza. Mientras tanto, miles de valencianos se han visto abandonados en mitad de este lodo. Un lodo que trasciende a su mero concepto físico para encardinarse directamente en un plano moral. Este barro que, como una acertada metáfora de España, sí que ha sido una máquina del fango para el Régimen de 1.978.

 

Y del mismo modo que se echan las culpas unos a otros, compiten también en demostrar quién ha sido el primero en llegar y quién ha sido el primero en brindar su auxilio a los vecinos. Sin embargo, treinta días después, las cosas siguen estando en un estado ruinoso y en una situación lamentable. La cronología de este crimen resulta claramente expuesta a raíz de la incontrovertible veracidad de los datos expuestos: el Gobierno de la Generalidad se ve impotente para hacer frente a la catástrofe. El Gobierno de España, en vez de adoptar desde el primer momento las riendas de este cataclismo, permite que los ciudadanos valencianos soporten días y días de inmundicia, impotencia y saqueo. El objetivo no es otro que aprovechar un desastre climatológico como este -el más grande de todo el Siglo XXI español- para debilitar a un gobierno autonómico en beneficio político propio. Repugnante palabrería sanchista sobre la cogobernanza y sobre respeto al poder autonómico. Esa es la razón por la que el Ejército tarda más de cuatro días en movilizar sus efectivos -de manera escasa y cicatera aún al día de hoy- y por la que, en definitiva, se produce una inacción criminal por parte de los que tenían todos los resortes para prestar una ayuda rápida y eficaz y que, como todos sabemos, se mantuvieron cruzados de brazos mientras sus compatriotas quedaban sepultados en el lodo.

 

Si esta no es la hora del cambio… ¿Cuándo la va a ser?

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