viernes, julio 26, 2024

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Arabia Saudí ficha por el deporte

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Con el final de la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1947, apareció el conocido como el Reloj del Apocalipsis. El simbólico reloj marca la distancia con la medianoche -que indica el inicio del fin del mundo- y en varias ocasiones quedó cerca de este punto. Actualmente, su distancia no supera los noventa segundos. Aunque sea conocido en el plano de la geopolítica, no es la única manera de predecir los cambios políticos.

Al igual que la imaginaria línea del Meridiano de Greenwich, el centro del poder mundial indica hacía donde vira el futuro. En los últimos años, el cambio es evidente. Según un estudio realizado por McKinsey, el continente asiático, en el año 2040, aportará un 50% del PIB mundial y hasta un 40% de los productos provendrán del lejano oriente. Con estas estadísticas el Centro Geopolítico Mundial- un siglo más tardese ha trasladado hasta el Pacífico asiático. Y el deporte no se ha quedado al margen de esta tendencia.

El poder del dinero

El impacto que ha sufrido el mundo del deporte ha sido meteórico. No tenemos que irnos muy lejos para encontrar el último capítulo. Los últimos coletazos del año 2023 trajeron la Velada del Día del Juicio Final, motivo que puso en el mapa del boxeo a Riad. Francis Ngannou se embolsó cerca de 50 millones de euros por participar en la velada.  Eso sí, no ha sido ni el primer caso, ni será el último.

Los jeques y las dictaduras que financian estos tejemanejes han ganado la partida y han convencido a los deportistas con grandes sumas de dinero. En el deporte rey, el fútbol, la Liga de Arabia Saudí se ha convertido en un cementerio de retirados, quienes, con sueldos millonarios, se pasean entre estadios creados con la explotación como seña de identidad. Nombres conocidos por el gran público, como Cristiano Ronaldo, Neymar o Karim Benzema estiran sus convalecientes carreras y engordan sus cuentas bancarias. Por si fuera poco, no son los únicos deportes afectados. Jon Rahm se ha sumado a esta lista negra y ha preferido cambiar de circuito, antes que convertirse en el mejor jugador golfista en activo. Un sueldo millonario ha sido su tumba. Y es que, para los grandes deportistas, las ingentes sumas de dinero ha desterrado la gloria de los terrenos de juego.

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