No es de extrañar que sea un asunto que esté en boca de todos, aunque aún mucha gente no es consciente de ello, pero afecta prácticamente a la totalidad de la población. Por esta razón, en los grupos de amigos o en las reuniones familiares se comenta, con mayor o menor conocimiento, el predictible cambio social que va a provocar el desarrollo de la automatización y la Inteligencia Artificial (IA). A lo largo de la historia, la sociedad ya ha experimentado este tipo de cambios producidos por las revoluciones tecnológicas. La clase trabajadora tuvo que adaptarse y no fue sencillo, en el proceso existieron duras dificultades.
Nos encontramos al borde de lo que es considerado por muchos como la Cuarta Revolución Industrial, en la que entran en juego tecnologías como la automatización, Internet, Big Data o la IA. Trataremos de no centrarnos en datos, puesto que dependiendo de las fuentes que consultemos podríamos vernos influenciados por una corriente de pensamiento más optimista o más pesimista. De esta manera intentaremos hacer un trabajo de deducción lógica hablando de casos y preocupaciones reales que afectan al grueso de la clase trabajadora.
La principal preocupación, sin duda, es la creación o la destrucción de empleo que se producirá en un futuro a corto o medio plazo. Aunque hay quién es más positivo y quién es más negativo, resulta innegable que el objetivo de la automatización es actualizar un proceso industrial mediante la utilización de máquinas o procedimientos automáticos, reduciendo de esta forma y cuanto más, mejor, la intervención humana. Por supuesto, existe creación de empleo, eso también resulta obvio. Al desarrollarse nuevas tareas, se desarrollan nuevas funciones que puede desempeñar un trabajador. Poniendo un ejemplo muy sencillo y aplicando matemáticas básicas podemos entender que: si antes tenía cincuenta trabajadores que producían cincuenta ladrillos pero ahora tengo una máquina que produce cincuenta ladrillos y necesito un operario que se encarga del mantenimiento de la máquina, lo que me queda son cuarenta y nueve personas sin trabajo y la creación de un empleo nuevo. Es un cálculo sencillo.
Habrá intelectuales que tilden este razonamiento de fácil o simple, o las dos cosas. Ellos expondrán como argumento que el operario de la máquina también tendrá un ayudante y que se creará una industria de producción de máquinas que necesitará más trabajadores. Pero recordemos que el objetivo de la automatización es conseguir que la intervención humana sea mínima, así que esos futuros empleos también serán automatizados. Entonces las preguntas no son si se crearán o no nuevos empleos, las preguntas son: ¿cuántos empleos se crearán? ¿serán suficientes? Lo más preocupante de todo esto es que la diferencia entre esta revolución industrial y las anteriores sucedidas, es que en las anteriores las máquinas funcionaban como un complemento de los trabajadores, y ahora con la incursión de la IA en el mundo laboral se tiende más a la sustitución de estos. Esto sucede porque la IA es capaz de realizar procesos de producción completos con una sola orden, sustituyendo completamente al humano, incluso en el proceso creativo. Aparte de otros problemas que se generan al crear esos nuevos empleos y que comentaremos a continuación.
Esta creación de nuevos empleos debido al vertiginoso desarrollo de la industria y de las nuevas tecnologías presenta unos problemas que no suelen ser muy comentados. Podemos empezar por la evidente diferencia de velocidad con la evolución del sistema educativo. Resulta posible realizar un curso o unos estudios referentes a una herramienta, por ejemplo de programación, y no poder llegar a dominarla debido a que ha quedado obsoleta en pocos años, tal es la velocidad del desarrollo. Si además eres un trabajador de alrededor de cuarenta años o más que ha tenido que reorientar su carrera profesional, estarás compitiendo con chavales de veinte años que a parte de entender las nuevas tecnologías mejor debido a lo evidente, tendrán mejor condición física, probablemente menos responsabilidades y más tiempo que dedicar para adquirir los mismos conocimientos.
No quedarse atrás implica la adquisición de nuevas habilidades por parte del individuo. Como lo que está en alza son las nuevas tecnologías, el pensamiento lógico es desarrollar habilidades en estos campos. IA, ciberseguridad, informática, robótica… Todo el mundo que quiere medrar en el ámbito laboral llega a la misma conclusión: si me formo en estos temas mi futuro trabajo será mejor y más estable. Así, entramos en un círculo vicioso, en el que más población estudia automatización, la velocidad de progreso aumenta, más rápido desaparece el empleo y existe mayor dificultad para acceder a él debido a la feroz competitividad, refiriéndonos a empleos de alta cualificación. Lo que supone para la reinserción laboral un añadido de dificultad puesto que la mayoría requieren una serie de conocimientos previos imprescindibles para poder entender la formación necesaria que se necesita para desempeñarlos.
Volviendo al ejemplo de los ladrillos, el operario que mantenga la máquina tendrá que aprender electricidad, pero antes de aprender eso necesitará aprender matemáticas aplicadas a este campo. ¿Y cuánto tiempo tiene para eso un trabajador? En algunos casos, con suerte, teniendo el mayor período de desempleo (24 meses), y teniendo en cuenta que el subsidio percibido sea suficiente para mantener un nivel de vida digno para el trabajador en cuestión y para las personas a su cargo, podría ser posible. Aunque lo más probable es que no sea la realidad de la mayoría..
Las nuevas tecnologías también producen empleos de baja cualificación. Las dificultades enumeradas anteriormente derivan inevitablemente a la mayoría de los trabajadores a este tipo de empleos. Entre las mejores opciones podemos encontrar conductor de Uber, repartidor de Glovo o de Amazon y como peor tenemos el ejemplo de los trabajadores fantasma, gente que no realiza un trabajo real sino simplemente un entrenamiento o una supervisión del programa informático, IA o de la máquina en cuestión que desempeña la función real. ¿Alguna vez has visto el típico anuncio que dice: “genera ingresos jugando a…”? Pues eso es. Los trabajos poco cualificados además de estar en peligro de ser automatizados con mayor facilidad implican condiciones laborales mayormente precarias, temporales y de bajos ingresos. Son trabajos orientados a gente sin capacidad de adaptarse al cambio en ciernes, ya sea por edad, formación, etc.,
Con estas condiciones es irremediable tender a la extinción del trabajo fijo y de jornada completa al que estamos acostumbrados. Llevándonos a un clima de mayor inestabilidad laboral, cuya inestabilidad se propaga al resto de áreas de nuestra vida y que dificulta realizar un proyecto de futuro en el que puedas comprarte una casa, formar una familia o plantearte cualquier otro proyecto de futuro que quieras realizar.
Al final, la tendencia que se viene implementando es la reducción de la masa laboral de la sociedad, porque ya no es tan necesaria la intervención humana en la cadena de producción. Por esta razón, últimamente podemos escuchar en los medios de comunicación con frecuencia las expresiones “Ingreso mínimo vital” o “Renta básica”. Son medidas que relegan a las personas a ser meros consumidores, sin ningún objetivo. Medidas que las condenan a la simple subsistencia y no a la realización como seres humanos.
Con este análisis cualquiera podría pensar que soy un detractor de la tecnología y que estoy en contra de cualquier avance que se produzca. Todo lo contrario. El desarrollo de la tecnología no es malo ni bueno en sí mismo. La clave está en el uso que se hace de ésta. En si el beneficio de este progreso será para el colectivo o sólo para unos pocos. Nos encontramos a punto de un cambio sustancial en la sociedad, que afectará todo. Es el momento de preguntarnos ¿Cuál es la finalidad de esta vorágine de crecimiento tecnológico? ¿Cuál es el objetivo?