En una nueva ola de violencia, combatientes vinculados al autodenominado Estado Islámico (ISIS) han perpetrado brutales ataques contra comunidades cristianas en el norte de Mozambique, dejando un saldo de al menos nueve muertos, decenas de viviendas e iglesias destruidas y más de 46 000 personas desplazadas, en su mayoría mujeres y niños.
Los ataques se registraron entre el 20 y el 28 de julio en la provincia de Cabo Delgado, especialmente en los distritos de Chiure y Ancuabe. El 22 de julio, seis cristianos fueron decapitados en la aldea de Natocua; el 24 y 25 de julio, otros tres fueron asesinados en Chiure. Testigos aseguran que los insurgentes quemaron templos y viviendas antes de retirarse.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que el desplazamiento masivo provocado por esta ofensiva ha dejado a decenas de miles sin acceso a alimentos, agua potable ni atención médica. Casi el 60 % de los desplazados son niños, expuestos a condiciones extremas de inseguridad y precariedad.
Expertos y organizaciones humanitarias han calificado los hechos como un “genocidio silencioso”, denunciando la escasa reacción de la comunidad internacional ante una campaña de violencia religiosa que, desde hace años, asola esta región de África.
El conflicto en Cabo Delgado, activo desde 2017, ha sido marcado por la expansión de grupos armados islamistas que buscan instaurar un régimen basado en la sharía. Pese a la presencia de fuerzas de seguridad nacionales y apoyo militar regional, la ofensiva contra civiles continúa.
Fuentes: FOX News, VOZ Media, Barnabas Aid, OIM.