20 de agosto de 2025

Cuando el feminismo divide: historia de un movimiento desligado de la lucha de clases

Feminismo
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El feminismo, visto como un movimiento político separado de la lucha de clases, históricamente ha mostrado una naturaleza reaccionaria. Esto no significa negar la específica opresión que las mujeres han sufrido bajo las sociedades clasistas, pues sería una falsedad histórica.

Tenemos varios ejemplos de mujeres revolucionarias que en su tiempo dejaron patente ese carácter reaccionario del movimiento, como Clara Zetkin, de la liga espartaquista y cercana a Rosa Luxemburgo, quien criticó duramente al feminismo en su momento. Para ella, las feministas no buscaban la liberación de todas, sino acceder a privilegios masculinos de su clase. “La mujer burguesa no quiere destruir las bases de la sociedad que le garantizan su posición; quiere, simplemente, obtener dentro de ella la misma participación que el hombre burgués”.

Aleksandra Kollontai, notable revolucionaria bolchevique, coincidía en que la liberación femenina sólo podría darse con la revolución socialista y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Criticó que el feminismo liberal hacía separación entre lo femenino y la lucha contra la explotación capitalista, llevando a fraccionalismosy disputas internas que dejaban intacto el poder burgués.
La historia confirma esto. A fines del siglo XIX y principios del XX, las feministas lograron tímidas reformas como el voto en varios países, pero estas beneficiaron a las mujeres de las clases medias y altas. Las obreras, campesinas y trabajadoras seguían lidiando con salarios bajos, jornadas extenuantes y condiciones de vida difíciles. Rosa Luxemburgo decía que la opresión femenina no podía entenderse separada de la explotación del proletariado en general. Para ella, toda conquista formal sin una transformación económica y social de raíz era una ilusión.

Hoy, el feminismo institucional sigue este patrón. Enfoca su discurso en cupos, representación parlamentaria y tonterías como el “lenguaje de género” o el “lenguaje inclusivo”, ignorando las condiciones materiales de millones de trabajadoras. Así, el feminismo como ideología segregada de la lucha de clases sirve como escape al descontento, desviando la atención del objetivo central: la destrucción del capitalismo que explota por igual a hombres y mujeres.

Desde su inicio como movimiento burgués, el feminismo ha actuado como herramienta de división en el proletariado y de contención política frente a las verdaderas fuerzas revolucionarias. La liberación femenina sólo será posible como parte fundamental de la emancipación de toda la clase trabajadora.