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Daniel Alves se beneficia de la Ley Sí Es Sí

La justicia dicta cuatro años y medio de condena por violación al exfutbolista brasileño, que se ve beneficiado por la antigua reforma de Irene Montero en aplicación de la ley penal más favorable

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Hace apenas unos días la Audiencia de Barcelona condenó a cuatro años y medio de prisión a Dani Alves por los hechos acontecidos el 30 de diciembre de 2022, día en el que Alves agredió sexualmente a una joven en una discoteca de Barcelona. Quizás el caso reciente más controvertido en relación a la famosa ley de libertad sexual que tiene como protagonista a uno de los futbolistas más exitosos de la última década. Habiendo cumplido ya más de un año en prisión preventiva y gracias al desastre jurídico de la anterior reforma de la exministra de igualdad que ha supuesto la rebaja en su condena, el brasileño podría quedar en libertad en mayo de 2024. 

El tribunal le ha concedido al futbolista la atenuante de reparación del daño por entregar a la víctima los 150.000 euros de fianza que le impuso la juez instructora, una cantidad simbólica teniendo en cuenta el patrimonio multimillonario del lateral derecho sudamericano, y que pone de manifiesto que la justicia española no actúa igual en función del número de ceros de la cuenta bancaria.

Gracias a la ley «solo sí es sí» el marco de las penas para delitos de agresión sexual es más amplio, y es que el hecho de ni siquiera haber establecido una disposición transitoria que anulara los efectos retroactivos de la reforma hace que los jueces estén obligados a rebajar el límite mínimo de las penas en aplicación del principio constitucional de la ley penal más favorable al reo. No es una cuestión de «machismo» entre la judicatura sino de mero imperativo legal, aunque en esta ocasión Irene Montero ha tornado su discurso y esta vez no ha optado por atacar a los jueces, sino que ha decidido celebrar el fallo de la sentencia, que ha calificado como «el resultado de la lucha feminista por el derecho a la libertad sexual y poner el consentimiento en el centro». 

A pesar de que su legado como ministra no haya hecho más que favorecer a delincuentes sexuales y desvirtuar el significado de mujer, esta no se corta a la hora de festejar esto como un hito feminista y un logro de su tan promulgada cultura del consentimiento. Esto no es más que poner el subjetivismo en el centro, lejos de tratar de analizar las condiciones materiales que rodean la acción o juzgar la propia moralidad de la acción, el feminismo hegemónico busca centrarlo todo únicamente en la voluntad individual de la víctima, que, por supuesto debe ser tenida en cuenta, pero nunca constituir objeto de prueba por su carácter subjetivo y cambiante. 

Dentro de esta visión neoliberal que impulsa al feminismo posmoderno no se plantea que una acción pueda llegar a ser reprobable si existe una voluntad que la consienta, a pesar de que incluso nuestro Código Penal persiga los delitos de autolesiones.  Con esta cosmovisión absurda hija de tradiciones liberales de lo más reaccionarias se llegan a dar situaciones tan surrealistas como las que se producen en la actualidad, en las que la prostitución sigue sin ser abolida y la prostitución digital continúa en auge mientras que a Rubiales le pueden caer hasta cinco de años de cárcel por el famoso «pico» a Jenny Hermoso. 

Este caso de Dani Alves sirve para darnos más cuenta de para lo que han servido todos estos años de políticas feministas; los crímenes sexuales salen más baratos y ser mujer ya solo es cuestión de autopercepción.  Una prueba más de que los mayores ataques a la mujer hoy se perpetran bajo la bandera del feminismo.

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