David Lafoz Gimeno, joven agricultor de 27 años y rostro emblemático de las protestas agrarias en Aragón, ha sido hallado muerto en su finca. Todo apunta a un suicidio, precedido por un desgarrador mensaje en redes sociales en el que denunciaba sentirse “ahogado” por inspecciones fiscales, presión burocrática y una vida laboral sin futuro: “No aguanto más. No se puede trabajar 18 horas al día para no vivir”.
Natural de Belchite, Lafoz se convirtió en símbolo del mundo rural español cuando en febrero de 2024 condujo su tractor hasta las puertas del parlamento aragonés, clamando por el abandono del campo por parte de las instituciones. Fundador de AEGA (Aragón es Ganadería y Agricultura), se distinguió por su lucha incansable en defensa del sector primario.
Fuentes cercanas denuncian que tras su participación en las protestas sufrió represalias administrativas: múltiples inspecciones, pérdida de ayudas públicas, y un constante acoso institucional. La asociación AEGA ha emitido un comunicado donde lo define como “un mártir del campo español” y exige responsabilidades a las autoridades competentes.
El trágico final de David ha generado una oleada de indignación en redes sociales, donde miles de agricultores, ciudadanos y representantes de asociaciones agrarias denuncian que el suicidio fue la consecuencia directa de un sistema que castiga al que trabaja, y silencia al que alza la voz.
Este suceso reabre un debate urgente: ¿cuántos más tienen que caer para que el campo español sea escuchado y respetado?
