Durante los últimos años se ha vuelto muy común desde el gobierno marroquí cuestionar de manera constante la soberanía española sobre Ceuta y Melilla. La última provocación vino hace unos meses desde la embajada de Marruecos en España, donde incluían bajo su soberanía en un mapa oficial de su página web las ciudades de Ceuta y Melilla, además de todo el territorio del Sahara.
Enaam Mayara, miembro del partido nacionalista Istiqlal y presidente del senado del reino alaui, consideró a Ceuta y Melilla como dos ciudades «colonizadas» por España y llamó a «recuperarlas» a través de la negociación. Algunos medios utilizaron el término «liberarlas». Enaam Mayara es el mismo que pidió a la comunidad marroquí en nuestro país que se integrase en partidos políticos españoles para formar grupos de presión a favor de Marruecos.
Las provocaciones desde el sur son constantes, sobre todo desde que gobierna Pedro Sánchez. El gobierno socialista lo ha basado todo en una política de apaciguamiento y de hincar la rodilla una y otra vez, lo que no ha hecho más que proyectar una imagen de debilidad ante nuestro vecino. Teniendo en cuenta esto, es importante hablar brevemente sobre los orígenes españoles de Ceuta y Melilla, y porque las reivindicaciones de Marruecos no tienen fundamento alguno.
En el caso de Ceuta, antes de pertenecer a España fue portuguesa desde 1415. Pasó a formar parte de España a partir de 1580 tras la anexión de Felipe II de Portugal. Cuando Portugal se separó de España en 1640, Ceuta decidió por sí misma seguir perteneciendo a la corona española, proclamando su adhesión a Felipe IV. El caso de Melilla es más sencillo. La presencia española en Melilla data de 1497, cuando Pedro de Estopiñán la conquistó para Castilla. Varios siglos después, cuando Francia y España ejercen el protectorado sobre Marruecos (1912-1956), Ceuta y Melilla no formaron parte del protectorado, pues se juzgaron como ciudades españolas de todo derecho.
En cuanto a Marruecos, es un estado moderno, surgido tras la descolonización en 1956. Aunque antes de esta fecha podríamos hablar de un «reino marroquí» con el comienzo de la dinastía Alahui, que llegó al poder en 1666, y se mantiene hasta día de hoy con el reinado de Mohamed VI. Aun así, desde un punto de vista histórico, para 1666 Ceuta y Melilla ya pertenecían a España, por lo tanto, Ceuta y Melilla jamás han formado parte de Marruecos.
Pero el gobierno marroquí no es tonto y sabe perfectamente de la dificultad de recuperar ambas ciudades apelando solo a relatos históricos, pero eso no les preocupa, no tienen prisa, saben que el factor demográfico en ambas ciudades juega a su favor.
Mohamed VI como buen hijo de su padre, se ha convertido en un gran valedor se sus políticas: llenar las cárceles de opositores saharauis, rifeños y en general de cualquier opositor al régimen, en segundo lugar, alentar a su población con sueños expansionistas y nacionalistas del «Gran Marruecos» que tan buen resultado le dieron a Hasan II con la marcha verde, y en tercer lugar utilizar las crisis migratorias como arma política arrojadiza contra el país vecino, España. Ni que decir lo irónico que resulta que el mismo rey que apela a su pueblo a una especie de nacionalismo expansionista, es el mismo que nunca está en su propio país, y pasa sus años de reinado en París. El propio monarca sabe de sobra que la vida que le gusta llevar de fiestas, lujos y desenfrenos es mucho más fácil de llevar en la capital parisina.
Marruecos se sabe fuerte, ha aumentado notablemente su poder en la comunidad internacional y su poderío geoestratégico, razón de su beligerancia contra todos sus vecinos. Mientras que España siga gobernada por personajes sin altura de miras, sin moral, ni determinación, Marruecos seguirá jugando con nosotros, hasta que poco a poco pueda ver realizados sus objetivos expansionistas.