Por desgracia, vivimos en una época demasiado líquida, nos convierten en adictos que consumimos contenido, en especial audiovisual, de forma frenética. Nos condicionan a vivir a una velocidad que no nos permite disfrutar de la vida, y en el caso de los más jóvenes, desarrollar de forma adecuada sus capacidades.
Todo se tiende a acortar hasta el punto de destruir su esencia, las vidas ahora funcionan al son de 280 caracteres o de vídeos de un minuto o menos, que se consumen como un adicto lo hace con la heroína. La memoria es algo que solo se concibe que tenga un ordenador, el coeficiente intelectual sigue bajando en las nuevas generaciones y la agilidad lectora también. Del cálculo mental mejor no hablemos.
Las “buenas” historias deben ser rápidas, las descripciones y explicaciones, acotadas. Conocí a una persona que decía que veía las películas en YouTube a doble velocidad porque le parecían lentas, cuando lo conté horrorizado descubrí que el raro era yo, que era más normal de lo que pensaba. A veces, es necesario pararse a disfrutar de los detalles, de la esencia, para darnos cuenta de qué es lo que tenemos delante. Hoy en día se va tan rápido que ni siquiera se comprende lo que se ve, por eso el cine, y hasta la escritura, está cambiando para adaptarse a estilos nuevos de consumidores que han creado. Desde luego, el cambio a nivel de calidad y profundidad no está siendo para bien.
Tras un repunte de la lectura durante la pandemia, de nuevo hemos entrado en una bajada silenciosa y continua de la cantidad de horas y libros que se leen en nuestro país. Es un mal síntoma para la sociedad.
A veces cuando tengo un libro nuevo en mis manos me siento viejo, en cuanto fluye en mí la emoción al observar la portada y la contraportada, cuando mis dedos tocan su superficie suave o rugosa, al ojearlo y que llegue a mí uno de los aromas más agradables que puedo llegar a sentir: el olor a libro nuevo. Si te lo estás preguntando, sí, soy de esas personas que coleccionan ediciones diferentes de sus libros favoritos.
Por necesidades de mi vida académica leo mucho en formato e-book, aunque siempre intento conseguir los libros en físico. De verdad que no entiendo a esa gente que prefiere el formato digital. Mis libros son lo más valioso que tengo en cuanto a cosas materiales. Son mi vida, son los que me han acompañado en mi crecimiento como persona. ¿Qué hay más placentero que sentarte con una buena novela o un buen libro de historia con un buen café solo y devorar hoja tras hoja, sintiendo lo que tienes en tus manos, inmerso en una gran historia?
Mucha gente ha abandonado la lectura, según pasan los años, más porcentaje de la población la abandona, creo que como sociedad deberíamos fomentar que eso no pasase, entre otras cuestiones, invirtiendo y presionando para que los libros tuvieran precios más accesibles. Muchas veces coleccionar libros se convierte en algo propio de gente con dinero, cuando debería estar al alcance de la mano de todos, y no solo en bibliotecas. De eso no puedo quejarme, tenemos una grandiosa red de bibliotecas en España.
En estos años he podido ver como amigos míos desarrollaban déficits de atención, incapacidad de leer de forma fluida y una adicción a las redes sociales enfermiza. Estamos hablando de que son incapaces de leer diez minutos sin abandonar dicha tarea sin mirar el móvil. Es una pena ver a jóvenes, que no es que no tengan conocimientos de literatura clásica y popular, sino que, además, no han cogido un libro desde hace años.
No saben lo que se pierden, a mí no solo me han proporcionado conocimiento y la posibilidad de ejercitar algunas de mis capacidades, sino que, además, me han servido como desahogo, han sido una fuente de diversión y de felicidad. Me acompañaron en los peores momentos y sirvieron para construir al hombre que soy hoy.
Pocas cosas me hacen más feliz que ir a una librería a buscar un libro, cuando voy a las de segunda mano, siempre caen varios. Mi biblioteca habla más de mí que muchas cuestiones en las que la gente hoy en día suele fijarse. La lectura me despertó el deseo de conocer, me hizo tener inquietudes, desarrolló mi creatividad y mi imaginación. Además, me llevó a descubrir y amar tres de mis más grandes pasiones: la ciencia ficción, la historia y la escritura creativa.
Si como sociedad queremos ir a alguna parte deberíamos preservar algo que nos ha traído hasta el lugar en el que estamos. Si se pierde la humanidad en el camino, no se puede hablar de progreso.
Leer hilos de twitter no cuenta como leer
En general, leer en internet no cuenta como leer. Y ver vídeos de Youtube mucho menos.
Sería genial ver mas artículos de Vaquero hablando sobre libros, entiendo que para llegar a mas gente el canal de La Biblioteca Argéntea es mejor, pero me encantaría disfrutar sus recomendaciones por aquí, aunque fuesen meras transcripciones sin retocar de los vídeos del canal.
Eso estaría muy bien.