11 de agosto de 2025

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El padre Heriberto García Arias, el sacerdote que conquista millones de corazones con un mensaje claro: Cristo también habita en lo digital

Heriberto García Arias
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En un tiempo marcado por el ruido de las redes y el vacío existencial de las pantallas, un sacerdote mexicano está logrando lo que muchos creían imposible: llevar el Evangelio a millones de jóvenes a través de TikTok, Instagram y YouTube sin renunciar a la profundidad del mensaje ni al rigor pastoral. Se trata del padre Heriberto García Arias, un presbítero originario de San Francisco de Asís, Jalisco, actualmente residente en Roma donde cursa estudios de Comunicación Institucional.

Ordenado en la Diócesis de San Juan de los Lagos, su primer ministerio pastoral estuvo centrado en acompañar jóvenes y evangelizar con cercanía desde la Basílica de su diócesis. Pero su vocación encontró un nuevo canal: las redes sociales. Hoy, con más de 17 millones de seguidores en TikTok, es uno de los sacerdotes más influyentes del mundo hispano en el ámbito digital.

Su estilo, sencillo y directo, combina humildad, humor, verdad y testimonio personal, mostrando que la fe no está reñida con la tecnología ni con el lenguaje de las nuevas generaciones. Su imagen de “cura charro” —por su pasión por la charrería y la cultura popular mexicana— ha roto estereotipos, pero detrás del carisma visual hay una espiritualidad sólida y centrada en Cristo.

En su libro Confesiones de un sacerdote digital, publicado en 2024, Heriberto García defiende que el mundo digital es tierra misionera, y que los jóvenes no necesitan solo contenido, sino presencia real, autenticidad y esperanza. El sacerdote insiste en que su objetivo no es la fama ni la viralidad, sino que cada “me gusta” o “compartir” sea una puerta hacia el encuentro con Jesús.

Lejos del exhibicionismo o la banalización de la fe, el padre Heriberto representa una nueva generación de evangelizadores que saben hablar el idioma del alma sin renunciar al idioma de la cultura. Desde Roma, sigue formándose con el convencimiento de que el futuro de la Iglesia no está en adaptarse al mundo, sino en anunciar a Cristo con verdad en todos los rincones del mundo, incluido el digital.

En un mundo saturado de ruido, su mensaje es claro:

“No es que Dios haya desaparecido… es que a veces no nos damos el tiempo de escucharlo”.