Dice Óscar Puente, nuevo Ministro de Transporte, que el poder transformador de su ministerio puede hacer que el transporte sea sostenible, verde y seguro, si se hace desde una perspectiva feminista. El cambio climático ha hecho que los políticos de nuestro país tomen medidas urgentes para reducir la contaminación en nuestras ciudades, para ello rara es la ciudad de más de 50.000 habitantes que no disponga ya de una nueva legislación de transporte, que regula qué vehículos pueden acceder a sus centros.
Ello subraya la hipocresía de la clase política y prueba que los trabajadores somos ciudadanos de segunda. Me voy a centrar en Madrid, ciudad donde vivo hace unos meses y donde ya no está permitido que los vehículos sin un distintivo de impacto ambiental circulen dentro del área de la M-30.
Lo cierto es que, para acceder al centro, el transporte público es de lo más eficiente; buenas frecuencias de trenes, amplia panoplia de estaciones, a menudo separadas por unos cientos de metros entre sí. Lo que choca es que sean las zonas donde vive gente de mayor poder adquisitivo las que gocen de esta amplia red de posibilidades de transporte público, siendo el estrato social que sí puede permitirse coches nuevos y de menor impacto ambiental.
Pero el problema según yo lo veo, viene cuando te das cuenta de que para un trabajador realizar un trayecto de 15 km, que tardaría entre 15 o 20 minutos en coche, se convierte en toda una travesía de hasta hora y media de duración.
Voy a tomar mi propia experiencia para ilustrar mi crítica:
En coche me toma 20 minutos cubrir la distancia entre mi casa y mi centro de trabajo. Un tiempo bastante bueno, lo que me permite tener más tiempo libre. Pero hace un mes yo no disponía de un coche para poder realizar ese trayecto y me veía obligado a utilizar el transporte público. Para realizar ese trayecto debía caminar 400 metros para ir a una parada de autobús, tomar un autobús que me llevaría a la parada del autobús que me llevaría al polígono industrial en el que trabajo y, finalmente, caminar hasta mi centro de trabajo. Por norma general era una hora y media entre que salgo de mi casa y llego a mi trabajo. Por lo que, si entro a las 8 de la mañana me debo despertar a las cinco y media si no quiero ir con la hora justa. Y realizar el mismo trayecto a la inversa cuando finalizo mi jornada. Esto hace que una jornada de ocho horas se convierta en una jornada de 11 o 12 horas según el tráfico que haya ese día. Y esto es en lo que realmente se basa mi crítica.
Muchas estaciones del centro están separadas por no más de 300 metros, pero los polígonos industriales de Getafe, Leganés o Coslada, por ejemplo, están tan mal comunicados que te llevaría el mismo tiempo caminando desde la estación de metro más cercana al centro de trabajo, que desde tu casa hasta dicha estación. Para cubrir una ruta de 5 minutos en coche desde Villaverde Alto al Bercial, te lleva más de 40 minutos en transporte público. Para ir desde Alsacia a San Fernando, no más de 15 minutos en coche, te tomaría 50 minutos en transporte público. Y esto sin contar que dentro del transporte público no funciona igual en el centro o en la periferia. En la línea 10 al llegar a la estación de Tres Olivos debes cambiar de tren y cruzar otro torno para continuar, por la misma línea, hacia el Hospital Infanta Sofía. Por lo que todos los trabajadores que trabajen cerca de la granja deben hacer este inútil transbordo en Tres Olivos y esperar a que venga otro tren para continuar su camino. Nuestros políticos se jactan de que el transporte que tenemos es sostenible y feminista. Lo que nos permite ver que tanto el apelativo de feminista como el de sostenible, son un brindis al sol que no transforman absolutamente nada y que lo único que sirven es para darle una mano de pintura progresista a la ineficiencia que nos pretenden hacer tragar a los trabajadores. Ya que, si de verdad buscasen una transformación en el transporte, harían que las líneas de metro llegasen a los polígonos industriales. Reduciendo así el número de coches que circulan por las carreteras y haciendo que el autobús sea mucho más eficiente de lo que es hoy en día. Lo que permitiría a la clase trabajadora reducir los costes de transporte para ir al trabajo, reducir el impacto ambiental del tráfico y reducir los tiempos de desplazamiento. Permitiendo una mejor conciliación de la vida familiar y laboral.
El tiempo que perdería yo si no hiciera el trayecto en coche sería histórico.
Una medida interesante que dejo al ministro plagiar gustosamente sería subvencionar (podían ponerlo las empresas pero nunca pierden un euro) autobuses hacia los polígonos y lugares donde trabaje la mayoría de la población. Una fabrica en la que trabajaba lo tenía y el tiempo de diferencia entre ir en el coche y bus eran solo 10 min.