Actualmente, en España, quienes no cuentan con la ventaja de heredar propiedades o fortunas se enfrentan a un mercado laboral marcado por la precariedad y la inestabilidad. En este contexto, dos alternativas destacan como vías para alcanzar cierta seguridad económica y profesional.
Por un lado, acceder a un empleo público mediante oposiciones se perfila como una opción sólida. Este proceso, aunque largo y costoso, garantiza, en la mayoría de los casos, unas condiciones laborales superiores a las del sector privado, incluyendo estabilidad y la práctica imposibilidad de perder el puesto una vez conseguido. Por otro lado, está la alternativa de emprender como trabajador autónomo. Este camino, aunque potencialmente exitoso, supone un alto nivel de riesgo, especialmente para quienes no cuentan con un respaldo económico previo que amortigüe posibles fracasos.
Ambas opciones reflejan las dificultades de un mercado laboral que, para muchos, deja poco margen entre la estabilidad y la incertidumbre.
La supervivencia de los autónomos en España es una cuestión clave. Según datos de la Estadística de Demografía Empresarial del INE, el panorama no es alentador. Un 21,5 % de las nuevas empresas creadas no logra superar el primer año de actividad. A más largo plazo, la situación es aún más difícil: tras cinco años, un 54,6 % de las empresas ha desaparecido. Estas cifras reflejan la alta volatilidad y el riesgo inherente al emprendimiento.
En 2021 se crearon 314.033 empresas en España, pero en el mismo periodo desaparecieron 250.182. De estas, un 74,2 % no contaba con ningún asalariado, un patrón que también se observa entre las nuevas empresas, ya que el 77 % de ellas carecía de empleados.
El panorama en 2023 tampoco muestra señales alentadoras. Según el Registro de Economistas Forenses (REFOR) del Consejo General de Economistas de España, el 78 % de los concursos de acreedores correspondieron a personas físicas y autónomos, frente al 22 % de empresas. Además, entre 2019 y 2023, los concursos de acreedores entre personas físicas y autónomos aumentaron un 534 %, mientras que los de empresas solo crecieron un 12 %.
Estos datos revelan que el camino del emprendimiento, a menudo presentado como una opción prometedora, esconde una realidad preocupante. Sin recursos suficientes que permitan afrontar los riesgos y las dificultades del mercado, embarcarse en un proyecto propio puede ser una tarea desalentadora y de resultados inciertos.