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La energĂ­a nuclear como Ășnica alternativa real

La guerra en Ucrania y la consiguiente crisis energética han reabierto el debate en torno al uso y seguridad de la energía nuclear

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El pasado 24 de febrero se cumplían dos años de la invasión rusa de Ucrania. En respuesta a esta agresión, Occidente en bloque decide imponer una serie de medidas punitivas a Rusia, país del que depende en gran medida a nivel energético. Y es que el gigante euroasiåtico es el principal exportador de gas mundial con 173.000 millones de m³, de los que muchos acaban formando parte de las reservas de la Unión Europea. 

Fruto de la inestabilidad, los precios del gas comenzaron a dispararse. De este modo, la UniĂłn financiaba indirectamente la guerra a Rusia, mientras buscaba alternativas en otros mercados como el argelino o estadounidense, quienes lo vendĂ­an a un precio aĂșn mĂĄs elevado. El resultado fue la oscilaciĂłn de unos precios siempre al alza, y muy dependientes de factores externos, como, por ejemplo, el sabotaje a los Nord Stream 1 y Nord Stream 2 el 26 de septiembre del 2022, cuya autorĂ­a jamĂĄs se reclamĂł, o las huelgas de los trabajadores de los yacimientos de gas australianos del mes de agosto del 2023 que desestabilizaron el mercado asiĂĄtico provocando un alza de los precios de hasta un 40%, entre otros. 

La cuestión energética en la UE hace tiempo que trascendió el debate geopolítico, por lo que ha de abordarse ahondando en la misma esencia de esta, quien se ha autoproclamado líder en la carrera por las cero emisiones, aferråndose a un mix energético variado que debería ir abandonando progresivamente la quema de combustibles fósiles, mientras mira de reojo y de manera desconfiada al sector nuclear. Todo esto en un contexto internacional en el que las grandes potencias económicas no dudan en incumplir sistemåticamente los compromisos en cuanto a la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera, como hacen China, India o los mimos EEUU. 

Y es que, sobre el papel, esta decisiĂłn es de sentido comĂșn a tenor del cambio climĂĄtico, y las consecuencias del mismo en forma de sequĂ­as, malas cosechas, etc. Pero el problema surge cuando dicho mix no consigue liberarse de la quema de ingentes cantidades de gas procedente de terceros paĂ­ses cuando la demanda energĂ©tica asĂ­ lo requiere. 

Como observamos en el siguiente cuadro elaborado por el Consejo Europeo y en base a los datos obtenidos por Eurostat, en el 2022 las energĂ­as renovables se encontraban aĂșn muy lejos de suponer una alternativa a los combustibles fĂłsiles en los paĂ­ses mĂĄs grandes e industrializados. 

Sin embargo, hallamos ciertas excepciones como son Suecia, Austria, Francia o Finlandia, quienes dependen, en muchĂ­simo menor grado, del consumo de gas, carbĂłn o derivados del petrĂłleo gracias a su importante parque nuclear, junto a un correcto aprovechamiento de las renovables. Por otro lado, estos contrastan con paĂ­ses como Italia, un motor econĂłmico para Europa y que no cuenta con ninguna central nuclear, aportando las renovables tan solo un 40%.

SegĂșn la World Nuclear Association (WNA) y el Organismo Internacional de EnergĂ­a AtĂłmica (OIEA), en 2023 el continente europeo se debatĂ­a entre aquellos paĂ­ses que operaban reactores nucleares y planeaban construir mĂĄs como Francia, Reino Unido, RumanĂ­a, Bulgaria, RepĂșblica Checa y Eslovaquia; los que no operaban reactores y planeaban construir los primeros como Polonia, Estonia y Lituania; paĂ­ses que se encuentran en plena discusiĂłn polĂ­tica acerca de su construcciĂłn como es el caso de Italia y, finalmente, en los que el cierre nuclear estĂĄ finalizado o planeado, como en el caso de Alemania y España.  

Los casos mĂĄs llamativos corresponden a estos Ășltimos, Alemania y España. Alemania porque cerrĂł sus Ășltimas centrales nucleares hace un año, el 15 de abril del 2023, mientras que España aprobaba el 27 de diciembre del mismo, en el Consejo de Ministros, el 7Âș Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR), que llevarĂĄ al cierre de todas las centrales nucleares entre los años 2027-2035. Lo curioso es que ambas potencias no cuentan con la coyuntura con la que lo hacen paĂ­ses mucho mĂĄs pequeños y eficientes en cuanto a las renovables como son Luxemburgo o Dinamarca, con unos porcentajes del 93% y 79% respectivamente, ya que, ni España ni Alemania alcanzaron el 50% en el 2022, quedĂĄndose en un 44% en ambos casos, con una ligera ventaja para los ibĂ©ricos en 2023, quienes rozaron el umbral de dicho 50%. 

Si desde hace años no cabía discusión alguna acerca del consenso en torno a la seguridad de la energía nuclear y el apoyo a esta por parte de la comunidad científica, que es total, hemos necesitado enfrentarnos a una complicada crisis energética para que la UE decidiese denominar a esta Net-Zero, dentro del marco de la Ley sobre la industria de cero emisiones netas, con lo que buscaría el fomento de la investigación y desarrollo de este tipo de industrias energéticas. 

Pero es que no solo el conflicto ruso-ucraniano ha influido en la toma de este tipo de decisiones, sino que ha reabierto el debate en torno a su uso, ya que, a día de hoy, comenzamos a asumir que el abandono de las nucleares en pro de las energías renovables es demasiado precoz, de caråcter netamente ideológico, y nos empuja inexorablemente a un aumento del consumo de combustibles fósiles, algo absolutamente contradictorio y contraproducente, y que genera una dependencia desaconsejable de países productores con tendencia a la inestabilidad política y regional. 

La energĂ­a nuclear de fisiĂłn no es la panacea ni la soluciĂłn definitiva a los problemas energĂ©tico-climĂĄticos que atraviesa el planeta, pero sĂ­ la mejor opciĂłn y Ășnica en el proceso de transiciĂłn hacia un 100% de producciĂłn renovable, algo que se torna mĂĄs utĂłpico que real no solo a corto, sino a medio-largo plazo. AdemĂĄs, concederĂ­a tanto a la UE, como a cualquier paĂ­s no alineado, la tan ansiada independencia energĂ©tica, evitando la influencia e injerencia de terceros en polĂ­ticas y asuntos propios. 

Entonces, ¿de dónde procede ese rechazo visceral a lo nuclear? De la ignorancia y carencias en materia científica, por un lado, mientras que por otro de la manipulación e instrumentalización que de ella ha hecho la izquierda imperante en occidente que surge de la New Age, y que se ha apropiado, desde una perspectiva completamente sesgada, de la defensa del planeta y medioambiente. Como describe el escritor, divulgador científico y ferviente defensor de la energía nuclear mejicano Mauricio Schwarz en referencia a estos, a los que denomina izquierda feng-shui, «primero tienes la convicción y luego eliges los datos que te gustan»; «cuando la ciencia y la razón dejaron de ser progres». En resumen, cuando las pseudociencias, el misticismo y lo esotérico impregnan el ideario político progresista occidental. 

Hace unos meses, y en un alarde de desconocimiento científico, el diputado de EHBildu en el Congreso Oskar Matute, afirmaba a través de X: «La energía nuclear no es limpia ni sostenible. Desmontando los bulos del lobby nuclear y destapando las contradicciones de la derecha y ultraderecha con la central de Garoña», a lo que recibió un aluvión de críticas debido a los muchos clichés e ideas erradas y superadas de las que se nutría su discurso. 

Y es que, desafortunadamente, no les faltan episodios desafortunados a los que aferrarse en su rechazo, como las bombas de Hiroshima y Nagasaki o los accidentes que sufrieron las centrales de Chernóbil y Fukushima. Pero nada mås alejado de la realidad por motivos que pasamos a analizar. 

En primer lugar, toda tecnología ha tenido, desde que el primer homo habilis decidió afilar un canto rodado, una doble funcionalidad, esto es, civil y militar. Así como ese canto afilado ayudaba a despiezar la caza, serviría como arma frente a miembros de otros grupos humanos que compitiesen por los escasos recursos naturales que ofrece la sabana. 

Lo mismo ocurre con la tecnologĂ­a nuclear, de un proyecto militar surge una aplicaciĂłn civil, como ocurre en la Ucrania soviĂ©tica. La central nuclear de ChernĂłbil, cuyo nombre original era Central TĂ©rmica Nuclear Memorial VladĂ­mir llich Lenin, fue diseñada en su origen como fĂĄbrica de bombas atĂłmicas, y posteriormente adaptada a funciones civiles a finales de la dĂ©cada de los 70, lo que implica que no se implementasen medidas de seguridad propias de la Ă©poca sobre un diseño ya obsoleto de las dĂ©cadas de los 40-50. Esto es, no contaba con la caracterĂ­sticas medidas de seguridad como la cĂșpula de contenciĂłn de hormigĂłn que evita la dispersiĂłn de gases y materiales en caso de sobrecalentamiento, ya que su estructura era la tĂ­pica industrial a base de hierros, aluminios y ladrillo, y sus generadores de emergencia destinados a refrigerar el nĂșcleo en caso de fallo elĂ©ctrico tardaban mĂĄs de minuto y medio en arrancar, momento para el que ya serĂ­a tarde (actualmente, en España, por normativa, no han de tardar mĂĄs de trece segundos). AdemĂĄs, su principio de funcionamiento implicaba que un aumento de potencia llevarĂ­a a un aumento de temperatura, lo que de nuevo incrementarĂ­a la potencia del reactor en un bucle de realimentaciĂłn positiva. Este tipo de tecnologĂ­a RMBK de fisiĂłn ha quedado obsoleta con el tiempo dada la clara brecha de seguridad que supone.

De hecho, el accidente no fue fruto ni de las precarias instalaciones, ni de un error humano, sino de una decisiĂłn polĂ­tica: un simulacro en el que se trataba de averiguar cĂłmo responderĂ­a la central ante un corte de suministro elĂ©ctrico externo, fallando dichos generadores provocando un sobrecalentamiento exponencial del nĂșcleo en pocos segundos que derivĂł en una explosiĂłn de hidrĂłgeno que arrastro material fisionable a lo largo de varios kilĂłmetros a la redonda, y esta varios miles de muertos a consecuencia de la lenta evacuaciĂłn de la zona.  

El episodio de Fukushima, pese a no haber provocado ni una sola vĂ­ctima directa como consecuencia de la radiaciĂłn, sirve para reavivar la animadversiĂłn hacia las nucleares y, en Ășltima instancia, el motivo que empuja a Alemania a cerrar todo su parque tras mĂĄs de sesenta años de funcionamiento, y haber sido la segunda mayor potencia europea. Y es que, finalmente, cede a las presiones de verdes respaldados por la izquierda quienes, frente a demĂłcratas cristianos, llevaban dĂ©cadas acusĂĄndose de abrazar «ideologĂ­as irracionales». 

Tan solo tres meses tras el desastre, Angela Merkel, con el apoyo del Bundestag, aprobĂł el desmantelamiento progresivo de la totalidad de las centrales nucleares, que finalizĂł el 15 de abril de 2023, y que la ministra alemana de Medio Ambiente, Lemke, celebrĂł con las siguientes palabras: «El abandono de la energĂ­a nuclear hace que nuestro paĂ­s sea mĂĄs seguro, los riesgos de la energĂ­a nuclear son en Ășltima instancia incontrolables». ÂżQuĂ© ha generado todo esto en Ășltima instancia? Una mayor dependencia energĂ©tica del exterior, el aumento progresivo de los precios en plena escalada bĂ©lica en Ucrania, y el sometimiento de la principal potencia econĂłmica europea a las injerencias polĂ­ticas de terceros. 

España, pese a que de media no sobrepasa ese 50% de producciĂłn total procedente de energĂ­as renovables, es una potencia en innovaciĂłn y desarrollo del sector, ya que, junto con Alemania, son las Ășnicas dos de las cuatro principales macroeconĂłmicas europeas capaces de alcanzar esos datos. Si tenemos en cuenta que es un sector en desarrollo y crecimiento apoyado por el 20% que aporta la nuclear, el consumo de combustibles fĂłsiles no es desorbitado, pero sĂ­ que supone un problema a largo plazo, y mĂĄs en un contexto de desmantelamiento de la red nuclear. 

El presupuesto del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demogråfico (MITECO), para el pasado 2022, fue de 10.195 millones de euros, el segundo mås grande de la historia. Este, se destinaría a consolidar la recuperación económica justa y avanzar en el proceso de descarbonización. De esta cuantía, 2.200 millones se destinarían a la movilidad sostenible, el despliegue de renovables o el apoyo al hidrógeno verde. 

Nuestro país se estå adentrando en un terreno cenagoso. Cada vez hay mås estudios que muestran como la inversión en hidrógeno verde como vector energético es una pérdida de dinero, recursos y tiempo debido a su coste y dificultad de producción; las renovables no siempre estån disponibles, ya que dependen de factores climåticos en la mayoría de los casos, y la «descarbonización» se torna un concepto vacuo desde el mismo momento en el que cierras minas de carbón y centrales térmicas, para acabar quemando gas. 

El Informe Pisa 2022, arrojó datos desoladores para España, y es que los alumnos españoles obtuvieron los peores resultados históricos en matemåticas y ciencia, colocåndose a la cola dentro de la Unión. Esto no es una novedad, sino una dinåmica en aumento desde que se celebran este tipo de pruebas. 

Quizå sea el momento de comenzar a fomentar e invertir en cultura científica en las aulas, y no en financiar movilidad sostenible, que también, pero no mientras se alimente de una red eléctrica conectada a las centrales térmicas de ciclo combinado. 

El aula deberĂ­a ser un refugio de conocimiento y no de adoctrinamiento, donde, tras acabar la educaciĂłn secundaria, cualquier alumno deberĂ­a conocer cĂłmo el accidente de Fukushima acarreĂł la implementaciĂłn global de las medidas de seguridad necesarias para que este tipo de eventos no vuelvan a ocurrir.

ÂżAcaso conocemos igual de bien el accidente de Three Mile Island de 1979 en EEUU? La respuesta es no. No porque no se ajusta al discurso imperante antinuclear, porque no hubo tragedia, porque las medidas de seguridad funcionaron. A dĂ­a de hoy, tanto en España como en el resto de Europa, el peor escenario es que fallen todos los sistemas de refrigeraciĂłn que, como comentĂĄbamos anteriormente, se blindaron desde el accidente de Fukushima.  Este fallo provocarĂ­a el recalentamiento del nĂșcleo y la consiguiente expulsiĂłn de gases a alta presiĂłn que contendrĂ­an la cĂșpula de seguridad. ÂżQue esto no es suficiente porque, por ejemplo, sufrimos simultĂĄneamente un terremoto de un 8 en la escala de Richter? La UME responderĂ­a con equipos mĂłviles de contenciĂłn que asegurarĂ­an el lugar en menos de dos horas. La realidad es que cada central nuclear cuenta no sĂłlo con sistemas de seguridad y control robustos, sino con duplicados de dichos sistemas y con alternativas de autosuficiencia elĂ©ctrica en caso de producirse estos escenarios.

Es el momento de acabar con mitos y dogmas, y apostar por el fomento, inversiĂłn e investigaciĂłn en energĂ­a nuclear, aferrĂĄndonos a la fisiĂłn hasta que la fusiĂłn sea una realidad.

 

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