El desabastecimiento de medicamentos en España ha alcanzado cotas alarmantes este verano de 2025, afectando especialmente a los fármacos dirigidos a trastornos mentales. A la cabeza del ranking se encuentra el antidepresivo Anafranil, seguido por Ludiomil y Norebox, en un fenómeno que no solo pone en jaque a pacientes sino que evidencia la descoordinación entre Gobierno, farmacéuticas y distribuidoras.
Lejos de remitir, el problema se agrava año tras año, con un repunte notable respecto a 2024. Según datos recogidos por varias fuentes sanitarias, los reportes por falta de antidepresivos se han cuadruplicado respecto al mismo periodo del año anterior. Esta situación no afecta solo a la salud mental, sino que también genera una crisis de confianza en el sistema sanitario.
En 2024, los problemas se concentraron en tratamientos para la diabetes y el TDAH, como el Ozempic o el Concerta. Ahora, el foco está en trastornos emocionales y psiquiátricos, una tendencia que preocupa profundamente a médicos y farmacias, que deben improvisar soluciones mientras el Gobierno continúa sin ofrecer un plan eficaz a medio plazo.
Peor aún: el 16 % de los medicamentos afectados no cuenta con ninguna alternativa terapéutica. Es decir, los pacientes quedan desamparados, sin opción alguna de continuidad de tratamiento. El caso de los menores con TDAH o de los enfermos crónicos que dependen de antidepresivos para mantener su funcionalidad diaria son ejemplos flagrantes.
Pese a la magnitud del problema, las autoridades sanitarias siguen tratando el asunto como algo puntual o asumible, minimizando su impacto real. El desabastecimiento ya no es una excepción: se ha convertido en una norma de funcionamiento que afecta a decenas de miles de pacientes cada semana.
El silencio institucional y la falta de medidas estructurales —como incentivos a la producción nacional, control logístico o transparencia en la trazabilidad— convierten esta crisis en una negligencia política sostenida. Se prometieron reformas, agilizaciones legales y refuerzos de stock… pero el resultado tangible es el mismo: cada vez hay más fármacos vacíos en las estanterías.