19 de septiembre de 2025

El próximo 1 de octubre, Grecia...

Grecia en huelga: los trabajadores dicen basta

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El próximo 1 de octubre, Grecia vivirá una huelga general que marcará un antes y un después. La convocatoria, respaldada por los principales sindicatos, responde a una reforma laboral impulsada por el gobierno conservador que, lejos de mejorar las condiciones de vida, abre la puerta a un escenario de precariedad permanente.

Uno de los aspectos más polémicos es que la ley permite compatibilizar dos empleos, lo que, en la práctica, podría llevar a jornadas que rocen las 13 horas diarias y a semanas laborales de seis días en determinados sectores. Para los sindicatos, esta posibilidad amenaza con reventar la conquista histórica de las ocho horas.

También preocupa la regulación del periodo de prueba, durante el cual el trabajador puede ser despedido sin indemnización. Aunque actualmente está limitado a seis meses, los sindicatos lo ven como un flanco abierto para abaratar despidos y precarizar aún más las nuevas contrataciones.

Otra novedad muy criticada es la introducción de figuras de disponibilidad o contratos <<a llamada>>, que obligan a estar localizable con poca antelación. Aunque el gobierno lo presenta como <<flexibilidad>>, los empleados denuncian que en la práctica impide organizar la vida personal y familiar, convirtiendo el tiempo libre en un terreno incierto.

A esto se suma el endurecimiento de las normas sobre huelga y piquetes. Los sindicatos alertan de que las multas y restricciones buscan desincentivar la protesta social, limitando en la práctica un derecho fundamental reconocido en la Constitución griega.

Ante este panorama, la respuesta sindical ha sido inmediata. Los trabajadores sostienen que la reforma destruye uno de los pilares básicos de la democracia: la jornada laboral limitada y con derechos. Desde la educación hasta el transporte, pasando por la sanidad y los servicios públicos, se espera una movilización transversal que exprese un rechazo masivo a unas medidas vistas como un auténtico retroceso.

Las manifestaciones previas ya han dejado claro el sentir de la población: nadie quiere volver a una época en la que la explotación laboral era la norma. <<No somos piezas desechables en una cadena de producción>>, insisten los portavoces obreros, que remarcan que esta reforma no moderniza el mercado de trabajo, sino que abarata costes a costa de la salud y la dignidad de los empleados.

La huelga griega trasciende las fronteras nacionales. Muchos analistas advierten que este tipo de políticas pueden convertirse en modelo para otros gobiernos europeos si no encuentran una resistencia firme. Por eso, la movilización del 1 de octubre es también una llamada a la solidaridad internacional: lo que está en juego no es solo el futuro de los trabajadores griegos, sino el de todos aquellos que defienden que los derechos laborales no son moneda de cambio.