sábado, mayo 10, 2025

La sombra de Schwab sobre Davos: poder, alianzas y acusaciones

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Klaus Martin Schwab es el fundador y presidente, hasta marzo de este año, del Foro Económico Mundial (FEM). Nacido en marzo de 1938 en Ravensburg (Alemania), Schwab estudió ingeniería mecánica en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, donde obtuvo su doctorado en 1965. Su formación académica no se limita a la ingeniería: en 1967 obtuvo también un doctorado en Economía por la Universidad de Friburgo, así como un máster en Administración Pública por la Universidad de Harvard.

No obstante, Schwab no es conocido por su carrera técnica, sino por haber creado una de las organizaciones más influyentes a nivel global. En 1971 fundó el Foro Económico Mundial, inicialmente bajo el nombre de Simposio Europeo de Gestión. Su objetivo declarado era reunir a líderes empresariales y políticos internacionales para debatir y abordar problemas globales. La sede del FEM se encuentra en Ginebra, y su evento más conocido es la reunión anual de Davos, donde convergen figuras clave del mundo empresarial, político y académico para discutir cuestiones económicas y geopolíticas.

Aunque el Foro de Davos goza de amplia notoriedad, el nombre de Schwab ha permanecido relativamente discreto en los medios, una estrategia que él mismo ha cultivado. Sin embargo, esa reserva no lo ha mantenido al margen de la polémica. Uno de los escándalos más relevantes de los últimos años fue el lanzamiento del concepto del Gran Reinicio (The Great Reset). A raíz de la pandemia de COVID-19, Schwab propuso una reconstrucción de los sistemas económicos, sociales y políticos que se presentó como una oportunidad para crear un modelo más equitativo y sostenible. Sin embargo, esta iniciativa fue interpretada por diversos sectores como una estrategia de ingeniería social globalista, dirigida a erosionar la soberanía nacional y promover formas de gobierno tecnocráticas con mayor control sobre los ciudadanos.

Una de las frases más citadas y controvertidas asociadas al Gran Reinicio es: “No tendrás nada y serás feliz”. Aunque Schwab no la pronunció , apareció en un vídeo promocional del FEM en 2016, basado en un artículo de la política danesa Ida Auken. La frase, que imaginaba un futuro con economía compartida y sin propiedad privada, fue interpretada por muchos como una visión distópica de control total. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo crítico de las agendas del FEM, y ha sido utilizada para denunciar lo que consideran una amenaza a la libertad individual y a los derechos de propiedad.

Estas críticas se enmarcan en las objeciones más amplias dirigidas al FEM, considerado por muchos analistas y académicos como un centro de poder elitista que ejerce una notable influencia en la política global sin legitimidad democrática. Aunque no es una institución pública, sus decisiones y recomendaciones afectan a gobiernos y organismos internacionales, lo que ha suscitado cuestionamientos sobre su opacidad y falta de rendición de cuentas.

Las críticas a Schwab provienen tanto de la izquierda como de la derecha. Desde posturas progresistas, se le acusa de ofrecer una fachada ética al capitalismo neoliberal sin modificar las estructuras reales de desigualdad. Desde el espectro conservador, se denuncia su presunta agenda globalista, el impulso de sistemas de vigilancia digital y su participación en proyectos que limitan la autonomía de los ciudadanos.

Pero las controversias en torno a Schwab no se reducen a los principios ideológicos del FEM. Su gestión personal también ha sido objeto de acusaciones. En junio de 2024, The Wall Street Journal publicó una investigación en la que antiguos empleados del Foro denunciaban al fundador por acoso sexual, discriminación hacia mujeres embarazadas y despidos por edad. Uno de los testimonios afirmaba que Schwab ordenó el despido de todos los empleados mayores de 50 años, decisión que habría provocado la destitución del entonces jefe de recursos humanos al negarse a ejecutarla. El FEM negó dichas acusaciones.

En abril de 2025, una carta anónima llevó a la apertura de una investigación independiente contra Schwab y su esposa. Las denuncias incluían el uso indebido de fondos de la organización para viajes de lujo y gastos personales, así como la utilización de empleados del FEM para atender asuntos privados. Esta situación reactivó las críticas sobre la falta de transparencia financiera del Foro, cuya contabilidad no desglosa con claridad ingresos y gastos. Algunos informes afirman que utilizó su influencia para manipular documentos internos del FEM en favor de ciertos gobiernos y que incluso habría promovido su propia candidatura al Premio Nobel de la Paz.

Schwab ha negado categóricamente todas estas alegaciones.

Además de las acusaciones de malversación, Schwab percibe un salario anual de aproximadamente un millón de francos suizos (unos 1.068.500 euros), lo que también ha sido objeto de escrutinio.

El 21 de abril de 2025, Schwab anunció su renuncia al cargo con efecto inmediato, después de más de cincuenta años al frente del Foro. La coincidencia temporal con el fallecimiento del Papa Francisco ese mismo día generó múltiples reacciones en medios y redes, aunque no existe evidencia que vincule ambos acontecimientos.

Hoy, el FEM enfrenta el reto de recuperar su credibilidad y legitimidad. La organización ha iniciado reformas internas y se espera que la investigación en curso arroje luz sobre las irregularidades denunciadas. Por su parte, Klaus Schwab ha declarado que se centrará en escribir sus memorias y que sigue comprometido con los principios fundacionales del Foro que creó hace más de medio siglo.

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