¡Ay, la envidia! Cómo corroe por dentro a quien la padece. Ese sentimiento propio de los mediocres, capaz de llevarlos a hacer cualquier cosa para sentirse superiores al resto. Cualquier cosa, excepto ponerse a trabajar para conseguir por sí mismos lo que envidian de otros. Y de eso os quería hablar.
Cuando una persona u organización tiene éxito, surgen a su sombra elementos detestables como los envidiosos, arribistas y gente interesada, que pretenden crecer como parásitos que se alimentan del éxito ajeno. Y ni Roberto Vaquero, ni el Frente Obrero ni Reconstrucción Comunista escapan a esta plaga.
Cada vez es más habitual encontrarnos en redes con difamaciones de este tipo de individuos sin valía alguna, que repiten sin cesar los mismos argumentos. Gente habituada a moverse entre el barro, que, cuando no tiene argumentos, rebusca en las mentiras de otros para intentar atacar a personas que ya les quedan muy lejos. Repiten, una y otra vez, su “¡únga, únga!”, que ya suena a disco rayado desde la caverna más oscura. Individuos que dedican un tiempo excesivo a difamarnos; tiempo que, si tuvieran familia o amigos, invertirían en algo mejor.
Y es que, una vez más, mienten sobre el proceso judicial al que se enfrentaron Roberto Vaquero y Reconstrucción Comunista allá por 2016. Quieren hacer pasar a mi partido por una especie de banda de camorristas en la que Roberto Vaquero haría de capo. Si de algo hay que acusar a mi partido y a Roberto es de ser fieles a sus principios, de ser revolucionarios consecuentes y de no dar el brazo a torcer hasta las últimas consecuencias. Y yo no puedo menos que sentir orgullo por mi partido y por mi camarada.
Hoy, de nuevo, los difamadores y envidiosos se dan la mano con los periodistas a sueldo del régimen para verter sus mentiras. Creen que con esto van a conseguir amedrentarnos o que dejemos de luchar por aquello en lo que creemos. No saben que cada mentira, cada difamación y cada montaje es prueba de que estamos caminando en la dirección correcta.
Así que, a todos aquellos embusteros y amargados que lean estas líneas, seguid mintiendo: de la mentira algo queda, y en este caso es vuestra miseria.