7 de noviembre de 2025

Tras un año de riguroso ajuste...

Milei rectifica e inunda Argentina de liquidez

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Tras un año de riguroso ajuste fiscal y monetario, Argentina da un giro notable en su estrategia económica. El gobierno que demonizó la expansión monetaria ahora se dispone a inundar de liquidez el sistema financiero: bajada de tipos, relajación del coeficiente de caja de los bancos y facilidades crediticias para que vuelva a circular dinero. El objetivo declarado es claro: reactivar la actividad mediante mayor acceso al crédito y poner a andar la inversión empresarial.

Durante su etapa más radical, Milei y su equipo impusieron una ortodoxia férrea: castigo al gasto público, mano durísima con la emisión y advertencias constantes sobre el peso como fábrica de inflación. Recordemos que él llegó a decir, textualmente, que imprimir pesos era un <<delito de lesa humanidad>>. Hoy, el mismo gobierno que satanizó la emisión… abre la compuerta y mete liquidez para salvar la actividad económica.

Este giro plantea cuestiones incómodas. ¿Por qué se tardó tanto en reconocer que la contracción del crédito estaba asfixiando a las empresas? ¿Por qué lo que antes era anatema ahora se justifica como herramienta racional? ¿Cómo se explica que la financiación empresarial estuviera supeditada a una batalla ideológica total con la inflación?

La explicación técnica es relativamente simple: sin crédito, no hay inversión, y sin inversión, el PIB no se mueve. El crash de la demanda interna y la sequía crediticia estaban estrangulando la economía real. La Casa Rosada ha concluido que, si esto seguía así, no habría recuperación posible. Y entonces, sin decirlo, sin confesión pública, sin autocrítica explícita… han cambiado de rumbo.

Este gesto no es una excepción argentina. Es un patrón histórico. La ortodoxia neoliberal funciona muy bien para predicar, pero cuando los resultados dañan la economía real, se cambia de receta sin reconocer el error. Esa es la clave. No es solo que giren: es que giran sin asumir costes narrativos y les vale con reetiquetar el mismo mecanismo que antes insultaban.

En definitiva, Argentina está viendo cómo el Banco Central afloja su corsé para que la rueda vuelva a girar. El dogma anti emisión ha pasado del apocalipsis al olvido. Y la gran pregunta (la que nadie responde) es sencilla: ¿dónde está el mea culpa? Porque la factura del ajuste radical fue real, y la pagó con precariedad la clase trabajadora argentina.