La población rumana en España ha sido clave en sectores como la construcción, la agricultura, la hostelería, la limpieza y el mantenimiento, además de tener una presencia destacada en el cuidado de personas mayores y niños, tanto en hogares como en instituciones. Este colectivo es valorado especialmente por su experiencia y formación previa, lo que los convierte en una mano de obra imprescindible en muchos oficios. En sus primeros años en España, muchos comenzaron en empleos menos cualificados. Sin embargo, con el tiempo y un proceso de adaptación que incluyó el aprendizaje del idioma y la formación, han avanzado hacia trabajos más cualificados.
La integración de la población rumana en España ha sido, en general, positiva. Su adaptación ha sido facilitada por la afinidad lingüística entre ambos países. Además, las festividades, tradiciones y valores comunes, aunque con particularidades, han favorecido una conexión cultural que facilita la integración. Un aspecto clave es su esfuerzo por integrarse en el modo de vida, las costumbres y la sociedad española. Este esfuerzo no solo ha dado frutos entre los adultos, sino también las segundas generaciones han logrado adaptarse con éxito al sistema escolar, alcanzando altos niveles de cualificación académica.
Pues este perfil de inmigrante esta perdiendo peso, cediendo terreno hacia otro tipo de inmigración, debido a las altas tasas de retorno a Rumania. Esta perdida puede suponer un problema para España para conseguir ciertos profesionales cualificados. Y algunas empresas ya han manifestado tener problemas con este tema.
El retorno de muchos ciudadanos rumanos a su país de origen parece estar motivado más por la evolución positiva de la economía rumana que por una mala acogida en España. Para muchos, su estancia en España tenía un propósito claro: ahorrar dinero y regresar a Rumania para emprender un negocio propio.
Rumania, que alguna vez fue uno de los países más pobres de Europa, está experimentando lo que algunos califican como un «milagro económico». Tras la caída del dictador comunista Nicolae Ceausescu en diciembre de 1989, después de más de 20 años en el poder, el país inició un difícil pero ambicioso camino hacia la modernización.
El ingreso de Rumania en la Unión Europea en 2007, junto con Bulgaria, marcó un antes y un después. La adhesión a la UE permitió al país beneficiarse de la apertura comercial y de fondos comunitarios. Este impulso económico, junto con reformas internas, ha contribuido a que el PIB per cápita de Rumania se acerque rápidamente a la media europea, mejorando considerablemente el nivel de vida de su población. Además, desde el 1 de enero de 2025, tanto Rumania como Bulgaria han ingresado en el espacio Schengen, lo que les permite la libre circulación sin controles fronterizos internos. Esto le abre nuevas oportunidades para el comercio y la movilidad laboral.
En la última década, Rumania ha protagonizado un crecimiento económico espectacular. Según datos de Eurostat, el PIB per cápita del país ha crecido un impresionante 138%, muy por encima del 45% de la media de la Unión Europea y del modesto 41% de España. Para ponerlo en perspectiva, en 2013 el PIB per cápita rumano representaba solo el 27% de la media europea, pero hoy alcanza el 44%. Mientras tanto, España ha retrocedido ligeramente, pasando del 84% al 81%. Aunque Rumania sigue siendo un país relativamente pobre en comparación con sus vecinos europeos, la tendencia de crecimiento es clara y sostenida, consolidando su atractivo económico.
Otra métrica interesante que muestra como evoluciona Rumania y porque se vuelve mas atractiva para sus nativos, especialmente si se compara con España es el riesgo de pobreza. Según la misma fuente Eurostat en 2023 el % de población en riesgo de pobreza en Rumania es del 32%, en España del 26%. Solo se diferencian en 6 puntos. Pero lo notorio es la evolución. En 2015 Rumania superaba 16 p.p el riesgo de pobreza de España. La mejoría es notable, cayendo un 28% el riesgo para la población rumana de caer en la pobreza.
El mercado laboral también ha sido testigo de esta transformación. Con una tasa de desempleo del 5,6% en 2023, Rumania no solo supera a España, que registra un alarmante 12,2%, sino que incluso está por debajo de la media comunitaria del 6,1%. Estos datos refuerzan el atractivo de Rumania como un destino con crecientes oportunidades para sus ciudadanos.
El resultado es evidente: cada vez más rumanos están optando por regresar a su país. Este fenómeno supone un desafío para España, que no ha logrado retener a esta población, integrada socialmente y con un papel clave en sectores estratégicos de su economía. Mientras Rumania se consolida como un destino en ascenso, España corre el riesgo de quedarse rezagada en el escenario europeo.