En las últimas décadas, muchas democracias occidentales han experimentado un fenómeno recurrente: el surgimiento de partidos que, sin romper las reglas institucionales, canalizan el descontento ciudadano en torno a temas de identidad nacional, soberanía y reacción frente a lo percibido como influencia de organismos internacionales o agendas globalistas. En España, partidos como Vox, en Italia Fratelli d’Italia y en otros países europeos formaciones similares han ganado visibilidad y respaldo electoral apelando a preocupaciones sobre seguridad, inmigración, economía y defensa de la cultura nacional. Estos partidos han sabido movilizar a sectores de la población que sienten que los grandes partidos tradicionales no representan sus inquietudes ni sus prioridades, combinando un discurso claro con estrategias de comunicación modernas, a menudo apoyadas en redes sociales y medios digitales alternativos.
Curiosamente, fenómenos parecidos pueden observarse también en Japón, un país que, a primera vista, podría parecer alejado de estos : una población muy homogénea, bajos niveles de inmigración, alta seguridad ciudadana y una cohesión cultural fuerte. Sin embargo, la globalización, las tensiones geopolíticas y los debates sobre políticas económicas y demográficas han generado inquietudes similares a las de los europeos. Entre estas preocupaciones destacan la protección de los intereses nacionales frente a influencias externas, la gestión de la inmigración y la defensa de valores culturales tradicionales. Y destaca sobre todo la crítica a ciertas políticas promovidas por organismos internacionales o por la propia administración cuando se perciben como alejadas de la realidad local.
En este contexto surge Sanseito (参政党). Este partido, fundado en 2020, en apenas cinco años ha pasado de ser un movimiento marginal a consolidarse como un actor relevante en la política japonesa. Al igual que los partidos europeos mencionados, Sanseito articula un discurso centrado en la prioridad de los japoneses en el acceso a políticas sociales y económicas, expresa reservas sobre la inmigración, promueve propuestas económicas populares. También cuestiona ciertas políticas de igualdad y mantiene una visión crítica frente a medidas de organismos internacionales, incluyendo algunas respuestas oficiales a la pandemia.
El partido ha logrado una base de apoyo considerable mediante una combinación de presencia en medios digitales y activismo local. YouTube o Instagram permiten que sus mensajes lleguen a la población, especialmente a jóvenes; los votantes que desconfían de los medios tradicionales, reproduciendo una dinámica similar a la que ha permitido a partidos europeos captar seguidores entre quienes se sienten poco representados por las élites políticas y mediáticas.
La evolución de Sanseito se puede analizar en tres etapas. La primera, entre 2020 y 2022, corresponde a la fundación y al primer escaño en la Cámara de Consejeros mediante representación proporcional, lo que le dio por primera vez una plataforma nacional. Durante esta etapa se centró en construir estructura local y en aumentar su presencia en redes online. La segunda etapa, entre 2022 y 2024, estuvo marcada por la consolidación de su base a través de convocatorias locales, reclutamiento de jóvenes y activismo en plataformas alternativas, lo que reforzó su visibilidad y permitió captar votantes descontentos con los partidos tradicionales. La tercera etapa, entre 2024 y julio de 2025, se corresponde con su verdadero salto electoral, impulsado por el malestar económico, l inmigración, o el desgaste de los grandes partidos. En las elecciones de julio de 2025, Sanseito multiplicó su representación en la Cámara Alta, pasando de un escaño a alrededor de quince. Demuestra cómo un discurso claro y coherente, combinado con estrategias digitales efectivas puede traducirse en un avance electoral notable en un contexto inicialmente considerado estable.
Aunque el contexto japonés difiere del europeo —niveles muy bajos de inmigración, elevada seguridad ciudadana y una fuerte cohesión cultural—, Sanseito demuestra que la preocupación por la identidad, la soberanía y la influencia externa puede ser un motor de movilización. Su mensaje encuentra eco en ciudadanos que buscan que los intereses nacionales se prioricen frente a decisiones percibidas como dictadas por agendas globalistas.
El futuro inmediato del partido se centra en consolidar su estructura local, preparar nuevas campañas y aprovechar su representación parlamentaria para influir en debates sobre inmigración, gasto público.. Aunque no cuenta con mayoría para gobernar en solitario, sus quince escaños le permite condicionar la agenda . Para el público español, Sanseito ofrece un ejemplo de cómo las dinámicas que generan partidos nuevos también pueden manifestarse en contextos muy distintos, mostrando que los factores de identidad, soberanía y reacción frente a lo global son preocupaciones transnacionales que encuentran eco incluso en sociedades percibidas como homogéneas y estables.