15 de noviembre de 2025

España lleva años celebrando cifras macroeconómicas...

Sueldos de país pobre, impuestos de país rico: el espejismo económico español

Sueldos de país pobre, impuestos de país rico el espejismo económico español
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España lleva años celebrando cifras macroeconómicas que, sobre el papel, parecen prometedoras: crecimiento del PIB por encima de la media europea en algunos trimestres, récord de empleo afiliado y un mercado laboral que, según el Gobierno, avanza hacia “la mayor dignidad salarial en 15 años”.
Sin embargo, cuando uno abandona la propaganda y observa los datos comparados, la realidad es mucho menos luminosa: España se está quedando atrás en salarios y la brecha con la Unión Europea no solo no se reduce, sino que se amplía.

Eurostat es clara. Mientras el salario medio europeo ronda los 40.000 euros anuales, el salario medio ajustado a jornada completa en España apenas llega a los 33.700 euros.
Si incluimos a todos los trabajadores —como hace el INE— la cifra cae hasta los 28.000 euros.
La divergencia es evidente: los españoles cobran de media entre un 15 % y un 20 % menos que sus vecinos europeos.

Y esto no es un problema coyuntural. Es estructural.

La paradoja española: crece el empleo, pero no el bienestar

España presume de cifras de empleo, pero omite que la mayor parte de los nuevos puestos se concentran en sectores de baja productividad: hostelería, comercio, servicios estacionales y administraciones públicas hipertrofiadas.
El resultado es un país que crea trabajo, sí, pero trabajo pobre.

Mientras tanto, Francia, Alemania, Países Bajos, Austria o los países nórdicos incrementan salarios reales apoyándose en tres pilares que aquí brillan por su ausencia:

  • Productividad elevada

  • Sectores tecnológicos potentes

  • Estructuras fiscales eficientes

España, en cambio, sigue arrastrando el peso de un modelo productivo frágil, muy dependiente de servicios de bajo valor añadido y de una administración mastodóntica que absorbe recursos sin generar crecimiento.

La carga fiscal: el elefante en la habitación

En España, hablar de impuestos es casi un tabú. Pero los datos son tozudos:
Con salarios claramente inferiores a la media europea, España soporta una carga fiscal laboral equivalente o superior a la de muchos países que sí pagan sueldos altos.

Las cotizaciones sociales en España son de las más elevadas de Europa.
El IRPF comienza a morder fuerte en salarios medios.
La presión fiscal sobre pymes y autónomos es asfixiante.

En resumen:
España recauda como un país rico, pero paga salarios de país pobre.

Este desequilibrio impide que los sueldos despeguen.
Cuando contratar es caro, subir salarios se vuelve un lujo.
Cuando el Estado absorbe porcentajes desproporcionados, las empresas pierden margen para retribuir mejor.
Cuando la burocracia es un laberinto, la productividad se desploma.

Ninguna sociedad puede aspirar a salarios europeos con un sistema fiscal que penaliza el empleo y premia la ineficiencia.

El discurso oficial: progreso sin bienestar

En los últimos años, el Gobierno ha repetido que vivimos una “recuperación progresista” donde el salario mínimo ha crecido más que nunca.
Pero ese dato, aislado, es engañoso:
Subir el SMI sin reformar la estructura fiscal, la productividad o el modelo productivo es como subir la temperatura del termostato sin arreglar la calefacción.

A corto plazo calienta.
A largo plazo genera tensiones, inflación y distorsiones.
No aumenta el bienestar real.

Mientras tanto, los países europeos que sí mejoran salarios —Irlanda, Países Bajos, Alemania, los nórdicos— lo hacen no a golpe de decreto, sino a base de productividad, innovación y reformas reales.

La brecha ya no es un aviso: es una realidad consolidada

La distancia entre el salario medio español y el europeo no se está cerrando.
Se está agrandando.
Y cada año que pasa, la convergencia se aleja un poco más.

Un país que presume de crecimiento no puede permitirse trabajadores empobrecidos.
Una democracia madura no puede resignarse a ser la periferia económica del continente.
Un Estado que dice defender a la clase media no puede seguir estrangulando con impuestos a quienes más producen y sostienen el sistema.

España necesita reformas, no relatos

Si queremos salarios europeos, necesitamos adoptar las prácticas europeas:

  • Menos carga fiscal al trabajo

  • Más productividad y menos burocracia

  • Un Estado más eficiente, no más grande

  • Impulso real a la innovación, no propaganda

  • Un sistema fiscal que premie la creación de riqueza, no que castigue al que produce

Hasta que esto no ocurra, la brecha seguirá creciendo.
Y España continuará atrapada en un espejismo donde los números brillan, pero los bolsillos no.