Los trabajadores de la planta de Acerinox en Palmones (Cádiz) se aproximan a cumplir dos meses desde que decidieron plantarse y secundar una huelga indefinida que está sacudiendo la comarca de Campo de Gibraltar.
Al paro indefinido debemos añadir el corte de carreteras producido el pasado martes 2 de abril, siendo significativo el de la autovía A-7 en ambas direcciones y que ha supuesto el colapso del tráfico en una arteria importante de la comarca.
En el transcurso de la jornada también se ha sucedido un importante incendio en la planta que finalmente fue sofocado, y por el cual la empresa acusa al Comité de Huelga de no respetar los servicios mínimos acordados al no permitirles el acceso a la planta.
Tras una primera victoria de los trabajadores, al lograr que la empresa volviese a la mesa de negociación, la estrategia de esta parece ser la de acudir al victimismo y tratar de azuzar la propia población del territorio contra los huelguistas. Para ello, utiliza como excusa los cortes de carretera, en un acto de gran cinismo puesto que el mayor ataque contra la comunidad es la depauperación de las condiciones de trabajo en una ya debilitada industria, como pretende hacer la dirección de Acerinox.
El origen del conflicto se encuentra en la tensa negociación del IV Convenio Colectivo. Mientras que los representantes de los trabajadores reclaman un acuerdo consistente en una subida del 3% anual con revisión del IPC real cada año hasta 2027, Acerinox propone una pírrica subida del 1,75 % para los próximos tres ejercicios, sin revisión al IPC y con una mejora de 0,5 % por cada 35 millones de beneficios. Por si fuera poco, más allá de la falta de entendimiento en cuanto a la remuneración, la empresa pretende flexibilizar la jornada de trabajo hasta el punto de que el trabajador no acudiría a trabajar cuando la máquina no estuviese operativa, y tendría que recuperar después esas horas de trabajo.
Como tantas otras factorías, la empresa también arguye una supuesta falta de competitividad y rentabilidad para defender sus posturas, algo que lamentablemente es muy habitual escuchar en casos de empresas en conflicto o en vías de deslocalización, y que en el caso de Acerinox se convierte en una broma de mal gusto tras haber presentado un beneficio neto de 228 millones de euros en 2023.
En todo caso, el final del conflicto está todavía muy lejos de visualizarse. El Comité de Empresa ha hecho un llamamiento a la calma a los trabajadores, con el fin de evitar que algunas acciones descontroladas por parte de una minoría de la plantilla puedan ser utilizadas por la empresa para atacar a los huelguistas. En este sentido, y tratando también de frenar el creciente descontento de una parte de sus vecinos, ha solicitado cesar los cortes de carretera. Por su parte, la empresa ha anunciado que va a judicializar el conflicto tanto en el ámbito penal como en el laboral tras los sucesos acaecidos en los últimos días, algo que seguramente sólo servirá para avivar el conflicto, teniendo en cuenta que amenazan también con un cierre patronal.
Tras el plante de la empresa a la última reunión convocada para el día 5 de abril, el próximo día 10 hay programado un nuevo encuentro entre ambas partes que tratará de limar asperezas y llegar a un acuerdo, que de no conseguirse abriría una nueva fase en el conflicto. La empresa ha manifestado su intención de presentar en la mencionada reunión una propuesta de acuerdo para que el Comité traslade a los trabajadores, si bien los representantes de los trabajadores mantienen el pulso: no llevarán a la asamblea una propuesta impuesta por la empresa, si no la que ellos consideren conveniente y que valga para todos los trabajadores.