El próximo viernes 7 de junio será una fecha histórica en Corea del Sur: los sindicatos del gigante Samsung han convocado la primera huelga de sus 55 años de historia. Tras el fracaso de las negociaciones iniciadas en el mes de enero entre la empresa y los representantes de los trabajadores, los cuales han llevado a cabo en el transcurso de las mismas varias protestas bajo el lema «respeto al trabajo» —incluida una manifestación de más de 2000 trabajadores—, éstos han llegado a la conclusión de que el ofrecimiento de Samsung de aumentar como máximo un 5,1% es motivo suficiente para convocar la protesta. Por su parte, la compañía saca pecho y asegura que la huelga no afectará al día a día.
Los sindicatos, con el poderoso Sindicato Nacional de Samsung Electrónica (NSEU) el cual representa a 28.000 trabajadores (un 20% del total de la plantilla) a la cabeza, defienden un aumento salarial acorde con el trabajo realizado, un día más de vacaciones e incentivos de productividad transparentes. Critican que hasta ahora la compañía se ha limitado a aplicar sus limitadas subidas salariales de forma unilateral.
Esta convocatoria ha sido posible también gracias a una cierta relajación de las históricas prácticas de represión sindical de la compañía, la cual ha decidido dar un cambio de rumbo acompañando al cambio generacional y permitiendo la afiliación a sus trabajadores.
Samsung vive un momento de encrucijada, teniendo que hacer frente a sus competidores directos como Apple o el pujante mercado chino, unido a que la compañía está perdiendo la batalla también en el mercado de fabricación de semiconductores, en especial frente a su rival también surcoreano SK Hynix, pese a seguir siendo una de las grandes compañías del sector. De hecho, la compañía cerró el año 2023 con un 74% de beneficios menos que en el ejercicio anterior. No obstante, la cifra de ganancias alcanzó la nada desdeñable cifra de 10.030 millones de euros.
La huelga de Samsung tiene especial importancia también en el contexto político y económico surcoreano, un país acostumbrado a aplacar con manos de hierro las protestas sindicales y que además conforma una sociedad paradigma del neoliberalismo. Un modelo social y económico altamente depredador en el que la competitividad a todas las escalas posibles de la vida somete a una presión inaguantable a sus ciudadanos, lo cual tiene como resultado que sea el país con mayor tasa de suicidios entre las naciones desarrolladas, según la OCDE.
El pasado 2023, el Gobierno intentó reformar la jornada laboral máxima de 52h, ya de por sí elevada e impropia de un país desarrollado, para situarla en 69 horas. La reacción social y política por parte de la oposición logró frenar este grave ataque a la clase trabajadora. En este contexto, toda muestra de solidaridad y lucha colectiva representa una esperanza para cambiar las cosas, y la huelga de Samsung puede representar un hito en la historia del movimiento obrero del país asiático.