Las boxeadoras trans Imane Khelif de Argelia y Lin-Yu-Tin de Taiwán competirán esta semana en la categoría femenina de boxeo en las olimpiadas.
La decisión del COI de permitirles competir ha sido muy controvertida, ya que la Asociación Internacional de Boxeo les excluyó de las competiciones organizadas por dicha asociación, incluido el Campeonato Mundial. Su presidente, Umar Kremlev, declaró que se había tomado la decisión «después de una revisión exhaustiva y que tenía como objetivo defender la imparcialidad e integridad de la competencia». Ninguno de los dos deportistas pasó las pruebas de ADN que demostraban que tenían cromosomas XY.
Sin embargo, al quedar la Asociación Internacional de Boxeo excluida de la organización de los Juegos Olímpicos y hacerse cargo directamente el COI, cuya normativa es mucho más laxa, ambos púgiles han logrado su objetivo de pelear en esta competición.
Personalidades de este deporte han mostrado su malestar. El excampeón mundial del peso pluma, Barry McGuigan, ha publicado en redes: «Es impactante que realmente se les haya permitido llegar tan lejos, ¿qué está pasando?».
La boxeadora mexicana, Brianda Tamara Cruz, medalla de bronce en los Juegos Panamericanos, que peleó contra Khelif, declaró: «Cuando peleé con ella me sentí muy fuera de lugar. Sus golpes me dolían mucho, creo que nunca me había sentido así en mis 13 años como boxeadora, ni en mis sparrings con hombres. Gracias a Dios ese día salí del ring sana y salva, y qué bueno que por fin se dieron cuenta».
Así mismo, un representante del Consejo Independiente de Deportes Femeninos, declaró, ante la supresión por parte del COI de los controles de verificación de sexo que «el abuso físico de las mujeres en el escenario olímpico elimina la integridad de todos los eventos olímpicos y pone en riesgo de muerte o lesiones de por vida a las atletas femeninas. No se puede permitir que este engaño continúe».
Las reglas sobre quién debe competir en la categoría femenina están siendo muy discutidas en todos los deportes, pero en los de lucha, esta polémica adquiere una especial relevancia por el mayor riesgo de lesiones, incluso de muerte, que comportan para las boxeadoras. Así, investigaciones científicas han confirmado que la potencia de golpeo de una persona que ha pasado la pubertad masculina es un 162% mayor que la de quienes pasaron la pubertad femenina.
Solo cabe esperar que esta decisión del COI no termine con alguna desgracia que lamentar. Poner en riesgo la integridad de las boxeadoras va más allá de la polémica de la desigualdad que se crea en la competición por esta ideología de género.