La espiral de violencia en el país vecino no cesa, y esta vez la tragedia ha recorrido las calles de la ciudad de Nantes. En la previa del partido entre el Nantes FC y el Niza, un aficionado del conjunto local era asesinado. Las primeras investigaciones apuntan a un apuñalamiento por parte de los radicales del Niza.
Según indica el fiscal de Nantes, los sucesos se produjeron el sábado por la noche al terminar el encuentro. El procurador, Renaud Gaudeul, declaró que una primera investigación señala a que los sectores más radicales del Niza asaltaron los VTC, donde viajaban los aficionados del Nantes, y acabaron con la vida de uno de ellos: Durante estos acontecimientos, en circunstancias aún por determinar, «un hombre de 31 se desplomó y murió en el acto a pesar de la rápida intervención de los servicios de emergencia».
La violencia es noticia
A día de hoy no ha quedado claro si el aficionado asesinado pertenecía a una sección de Brigada Loire, la sección radical del Nantes. Pero lo que sí está claro es que el deporte ha pasado a un segundo plano en Francia, pues el aumento de violencia en el país se ha convertido en la nota dominante entre los sectores más radicales. El pasado domingo, los ultras del Montpellier atacaron el autobús del Brest y dejaron dos heridos. Y no fue el único altercado al que tuvo que enfrentarse la policía, ya que los ultras del Brest, como respuesta, esperaban con barras de hierro.
Estos dos últimos capítulos no son casualidad, ya que en los últimos años la violencia en los campos franceses ha sufrido un aumento considerable. Cabe recordar que, hace dos temporadas, la final de la Champions se convirtió en un verdadero despropósito. La inmigración llegada al barrio de Sant Dennis hizo acto de presencia, y fue tal la magnitud de la situación que muchos aficionados fueron amenazados: «Venían en grupos de cuatro y te gritaban “Hala, Madrid” antes de rodearte. Alguno salía a la carrera con el dinero en los calcetines».
Sin solución desde los organismos
Los episodios no dejan de ser un reflejo de la situación actual, en la que la violencia y la marginación no tienen límites porque la violencia ha inundado la sociedad francesa. Hace tiempo que el deporte se convirtió en una excusa y, con el beneplácito de los clubes, han convertido el fútbol en un lugar que no es para niños.