En los barrios obreros de las ciudades españolas, los colegios se han convertido en un reflejo de la multiculturalidad y la España del futuro cercano. No existen datos oficiales, pero se estima que un 25% de estudiantes en colegios públicos de estas áreas son inmigrantes o hijos de inmigrantes. En distritos tales como Usera o El Raval las ratios se podrían hasta duplicar, con aulas donde los alumnos españoles serían minoría. Este desequilibrio no es casual y refleja una segregación urbana, agravada por la concentración de comunidades procedentes de países musulmanes, que representa más de un cuarto de la población extranjera en España. En esta situación de diversidad lingüistica y cultural tan masiva la atención individualizada se vuelve imposible.
La masificación y la diversidad en las aulas plantean desafíos significativos. Estudios indican que el alumnado de origen inmigrante presenta tasas de abandono escolar temprano más elevadas. Por ejemplo, el 32,8% de los estudiantes de países no pertenecientes a la UE abandonan prematuramente la educación, en comparación con el 13,7% de la media nacional. Entre los estudiantes de origen marroquí, la tasa de fracaso escolar alcanza el 66,9%, haciendo que en el global de los colegios catalanes esta tasa sea del 36%.
El idioma actúa como herramienta de la exclusión. Casi la mitad de los estudiantes extranjeros en estos barrios llega al colegio sin comprender el español. Estos alumnos se encuentran durante varios años en un limbo comunicativo repitiendo cursos.
La pobreza es un factor clave que multiplica el desafío. Más de dos tercios de las familias inmigrantes en barrios obreros vive con menos de 1.000 euros al mes, siendo peor entre los hogares marroquíes, lo que explica que gran parte de sus menores trabajen en economía sumergida o se dediquen a la delincuencia por cuestiones que tocan con la nula integración de estos en la sociedad española.
La salida de las familias españolas de estos barrios por la inseguridad creciente agrava el problema de segregación. Según un informe de 2023, alrededor de tres de cada cuatro de los padres españoles en barrios como San Blas, en Madrid o La Mina, en Barcelona, matricularían a sus hijos en colegios concertados fuera del distrito, donde habría centros con una gran mayoría de niños extranjeros en aulas con casi 30 personas. Por ejemplo, el colegio público Miquel Tarradell en El Raval contaría con un 95% de alumnos inmigrantes. Los niños españoles en colegios masificados ven limitado su aprendizaje por ser minoría en un contexto donde los profesores deben hacer esfuerzos extra.
Mirando hacia el exterior, en ciudades europeas se ofrecen medidas que pretenden solucionar este tipo de problemas. El modelo de asimilación de Austria o Suiza en el que se prohíbe el uso de velos en las escuelas contrasta con la permisividad española, que prioriza la tolerancia sobre la educación.