Hemos podido ver que cada noche en Ferraz miles de españoles se concentran en las cercanías de la sede del PSOE en Madrid para mostrar su indignación y frustración ante la última tropelía de nuestro viejo y ahora nuevo presidente del Gobierno. Los nacionalistas y la derecha radical vuelven a tener protagonismo en las calles, y los aspirantes a que el fascismo vuelva a ser relevante en España están tratando de tener peso en la dirección de este movimiento, pero ¿dónde se han metido los antifascistas?
Con antifascismo, o mejor dicho, «antifascismo» no me refiero a aquel movimiento impulsado en los años 30 por la Tercera Internacional o a la lucha antifranquista. Hablo de esa moda que se ha instalado en el imaginario colectivo de la izquierda dominante, de ese dogma casi religioso basado en prejuicios sin sentido que señala como fascista afirmar que el sexo es biológico, estar en contra del Gobierno o que ser hombre, blanco o español es prácticamente atentar contra los derechos humanos.
Esta parodia de lo que fue el antifascismo bulle de actividad en las redes sociales, da respaldo a la cultura de la cancelación y es totalmente inocuo para el poder y la ideología dominante. Sin embargo, hay quien podría llegar a pensar que pese a todas estas fallas, taras y complejos con los que cuenta, este “antifascismo” se pondría las pilas, recordaría el porqué de su nombre y se pondría en marcha de nuevo cuando el fascismo real enseñara los dientes. Con “ponerse las pilas” hablo de emprender acciones reales en la calle, no a que Antonio Maestre aparezca muy indignado en la Sexta Noche diciendo que está dispuesto a dar a conocer los datos de los manifestantes a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a confundir al Frente Atlético con el Frente Obrero. Me refiero también a ofrecer una alternativa a aquellas personas que de forma honrada protestan contra la amnistía y todo lo que supone este Gobierno, de que la voz cantante no se la lleven los del “cara al sol” y un puñado de nostálgicos del franquismo.
Lo que hemos podido ver en lugar de esto es que el “antifascismo” se ha puesto de perfil o directamente de parte del PSOE. Podría decirse que esta vez han decidido confiar en la UIP y la UPR esa vehemencia tan potente que le tienen y demuestran contra el “fascismo” a través de las redes sociales.
Choca también que toda esa “actividad” del “antifascismo callejero” la hayan recibido en los últimos tiempos grupos que no tienen nada que ver con el fascismo. Llegando a ver absurdos como convocar una concentración “antifa” para tratar de cancelar de forma infructuosa una charla acerca de la Revolución de Octubre impartida por una ¡juventud comunista!, catalogada como fascismo del peor por estos grupos, debido a que dichos comunistas decidieron no pasar por el aro de lo woke y la corrección política. O de igualar al Frente Obrero con el Tercer Reich por ir a protestar a Ferraz de forma independiente, llegando a hacer una “alerta antifascista” a la que no acudió nadie, pero ignorando a su vez a quien trata de llevar la voz cantante en el mismo lugar todas las noches.
Lo que venimos viendo es que cuando todo es fascismo, nada lo es. Recuerdan a Pedro gritando “que viene el lobo” compulsivamente, pero parece que cuando el lobo finalmente enseñe las orejas, pillará a Pedro ocupado hablando sobre lo tóxica que resulta la monogamia o catalogando de nazbol al pobre desgraciado de izquierdas al que se le pase por la cabeza que ser mujer no es un sentimiento.
que no nos dividan con chorradas
abajo el liberalismo economico y cultural
unión, acción, revolución social!