21 de octubre de 2025

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La gran mentira de la “devaluación interna”

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Durante los años más duros de la crisis, los gobiernos de Zapatero y Rajoy prometieron lo imposible: que bajando los salarios España volvería a ser competitiva. Lo llamaron <<devaluación interna>>. No podíamos devaluar la moneda, así que se devaluaron los salarios.

La idea sonaba bien en los despachos: si los costes bajan, las empresas pueden vender más barato fuera. Pero la realidad fue otra. Un estudio de Funcas demuestra que aquella política apenas sirvió para impulsar las exportaciones. Entre 2009 y 2013, los costes laborales unitarios del sector manufacturero cayeron un 14 %. Sin embargo, los precios de las exportaciones subieron más de un 8 %.

Es decir: los empresarios no trasladaron esa rebaja a los precios. Vendieron igual, pero ganando más. Los exportadores españoles actuaron como lo que en economía se llama precio-aceptantes: se adaptaron al mercado, sin competir bajando precios.

¿Resultado? La devaluación interna apenas influyó en la recuperación. Según el estudio, solo el 19 % del crecimiento de las exportaciones puede explicarse por la reducción de los costes laborales. Más del 60 % vino del aumento de la demanda internacional. Dicho de otro modo: España exportó más porque el mundo volvió a comprar, no porque los salarios bajaran.

Mientras tanto, las empresas mejoraron sus márgenes. Los costes caían, los precios subían y los beneficios se recuperaban. El empleo, en cambio, se precarizaba. El propio informe reconoce que esa <<competitividad en costes>> actuó sobre todo a través de la rentabilidad empresarial. España se volvió más atractiva para invertir, sí, pero a costa de un mercado laboral debilitado y un consumo interno por los suelos.

Entre 2009 y 2013, los precios industriales crecieron un 15 %, mientras los sueldos retrocedían. Fue una transferencia silenciosa de renta: del trabajo al capital. Una década después, sus efectos aún se sienten.

La devaluación interna no fue una estrategia para exportar más, sino para redistribuir el esfuerzo de la crisis hacia abajo. Los trabajadores asumieron el ajuste; los beneficios empresariales, la recuperación.

En resumen, los datos desmontan el mito: España no salió de la crisis porque sus trabajadores cobraran menos, sino porque el ciclo global mejoró. La austeridad salarial fue inútil como política económica, pero muy eficaz para recomponer el poder de las élites económicas.